• El titular de enseñanza del Gobierno Rajoy logra convencer a los españoles de que es necesario premiar el esfuerzo.
  • El ministro de Educación en línea de salida del Ejecutivo y de la política.
  • Al final, lo que no ha conseguido el titular de Educación es convencer a la mayoría de que la pobreza no es un mérito.
  • Y de que la igualdad no puede sustituir a la justicia.
  • La radiografía que ofrece España a través de esta ley es trágica.

El ministro de Educación José Ignacio Wert (en la imagen) es un caso típico de político destrozado por una ley en la que, no sólo anda cargado de razón sino que se ha quedado corto. Wert es hoy un ministro que sólo espera el momento para abandonar su cargo y la política.

El miércoles, Wert anunciaba que el dinero dedicado a becas de enseñanza subía un 20% en plena crisis pero, con todo, no conseguía el apoyo de ningún grupo político y sí la reprobación de todos. Todo porque quería algo tan lógico como premiar con becas a los buenos estudiantes y castigar a los vagos. Al final, lo que no ha conseguido el titular de Educación es convencer a la mayoría de que la pobreza no es un mérito. Y de que la igualdad no puede sustituir a la justicia.

Al final, lo que está claro es que su fracaso ofrece una radiografía de la  España actual a través de esta ley es trágica: un país que premia la pereza y no el esfuerzo, el mismo país que se caracteriza por el fracaso escolar. Wert no ha conseguido demostrar que la pobreza tiene que ser ayudada pero que no constituye un mérito, base ideológica de la progresía.

Y se quedó corto porque cuando se habla de financiación de la enseñanza el único proyecto lógico, y justo, y cristiano, es el cheque escolar, que los padres decidan el colegio al que quieren llevar a sus hijos.

Al final, una izquierda -y también muchos diputados de derechas- marcada por unos curricula académicos muy pobres. Un atentado contra el más primario sentido de justicia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com