Obtener los premios Príncipe de Asturias no es tan difícil como pueden ustedes creer. Lo primero que hay que hacer es enviar correos electrónicos a un montón de gente importante, VIPS, solicitando, que, a su vez, escriban a Graciano García, aquel insigne comunicador asturiano que sólo escribió un buen artículo en su vida: los Premios Príncipe de Asturias.

Por ejemplo, se pueden solicitar cartas para que le otorguen un Príncipe de Asturias (el que sea) a la Fundación Cisneros, de la familia Cisneros, aquellos viejos amigos de Felipe González que destrozaron Galerías Preciados y le tomaron el pelo a Juan Villalonga con la compañía discográfica Líderes. Para facilitar la tarea, el propio presidente de Venevisión, el imperio mediático venezolano de la familia Cisneros, de nombre Luis Villanueva, dirige una carta a un montón de VIPs animando a apoyar la candidatura de sus señoritos.  (ver texto 1).

Pero, por si acaso el VIP tocado fuera un poco lento de reflejos, un tanto corto, el propio hombre de confianza de Gustavo Cisneros, jefe del clan, les muestra cómo se hace. Algún lector podría pensar que el hecho de que el propio Grupo Cisneros pida el Príncipe de Asturias para la Fundación Cisneros podría resultar, ¿cómo lo diría?, poco elegante, pero no deben reparar en ese tipo de pudores (ver texto 2).

Carlos Bardasano, vicepresidente del Grupo Venevisión, es un hombre clave en el devenir venezolano. Gustavo Cisneros le prestó a Bardasano a Chávez para que ganara las últimas elecciones. Una vez conseguido el triunfo, Cisneros pasó a pagar peaje: quería la Presidencia de CONATEL, el todopoderoso órgano regulador de la TV en Venezuela. Pero se encontró a un Chávez en plan sargento chusquero que le mandó a freír espárragos. Ahí comenzó la garn enemistad, que sólo se ha curado gracias las buenas migas del ex presidente norteamericano Jimmy Carter, otro personaje con infinitas ansias de paz que reunió a ambos en la República Dominicana y comenzó a deshacer el entuerto. Y parece que tuvo éxito, porque ahora mismo, Cisneros está representando a Chávez ante el mismísimo Bush padre para que su empresa petrolera compre la distribuidora de hidrocarburos que el Gobierno de Caracas posee en Estados Unidos.

Ahora bien, para todas estas gestiones, a Gustavo Cisneros le haría mucho bien un galardón de tanto renombre internacional como el Príncipe de Asturias: de Cooperación, de Deportes, de lo que sea.

Y el mundo sigue girando.