• El presidente comunica a los negociadores que no viajen a La Habana mientras no sean liberados el mando, un suboficial y una funcionaria.
  • Es la primera vez que la guerrilla consigue secuestrar a un general en activo en 50 años.
  • El Gobierno y las FARC negocian desde 2012 y en agosto retomaron el diálogo sobre la reparación a las víctimas
  • Todavía está pendiente de concretar el abandono de las armas y el mecanismo de refrendación del acuerdo final de paz.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (en la imagen), se ha plantado ante un triple secuestro de las FARC en el departamento de Chocó, en el oeste del país, y ha asegurado que o son liberados con rapidez o se acaba el proceso de paz. Así de contundente se ha mostrado el presidente al enviar el mensaje a la guerrilla, a través de Radio Caracol, para que rectifique: "Liberen a estas tres personas cuanto antes. Mañana viajaban los negociadores de paz a una nueva ronda de negociaciones en La Habana. Les voy a decir a los negociadores que no viajen y que se suspende esta negociación hasta que no se aclare y se libere a estas personas".

Los secuestrados son el general Rubén Darío Álzate Mora, un cabo primero, Jorge Rodríguez Contreras, y una funcionaria civil del ejército, la abogada Gloria Urrego. La nota peculiar de esta esta acción es que nunca hasta ahora la guerrilla había conseguido secuestrar a un general en activo. Y encima se produce en medio del proceso de paz llevado a cabo en La Habana para acabar con una historia de 50 años de violencia y más de 600.000 muertos.

Por ese motivo, Santos no ha dejado espacio a la duda: "Eso es todo lo que voy a decir por el momento. Estaremos pendientes en las próximas 24 horas". Ha dicho también que ya se ha puesto en contacto con las familias de los secuestrados para darles garantías de que "se hará todo lo que esté al alcance para su pronta liberación".

Las conversaciones de paz entre el Gobierno y las FARC comenzaron en 2012 en Oslo y en La Habana. En agosto de este año comenzó el diálogo sobre el reconocimiento y la reparación a las víctimas, después del cual quedarían pendiente únicamente el abandono de las armas y el mecanismo de refrendación del acuerdo final de paz.

Hasta ahora, en el marco de ese proceso, han acercado posiciones sobre el desarrollo agrario y rural, la participación política (se incluye hasta una reforma electoral) y el problema de los cultivos de drogas ilícitas: la guerrilla rompería los vínculos con el narco, una de sus más importantes fuentes de financiación.

Rafael Esparza

rafael@hispanidad.com