Decíamos ayer que el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, debería dimitir. Ha sido condenado a seis meses de cárcel por el caso Olavarría, un señor que se pasó un mes en la cárcel por mor de una deuda con el Banesto que presidía Sáenz.

El Código Conthe de buen gobierno aconseja que un consejero cese, o dimita, cuando es condenado, no imputado, y eso lo pueden entender, dado que los jueces admiten cualquier imputación sobre cualquier cosa. Ahora bien, esto es una condena pero los poderosos del dinero se han inventado una interpretación curiosa: No, no basta con una condena, se precisa una condena firme, todavía queda el Supremo. En otras palabras, desde que se produjeron los hechos hasta que hay condena firme podemos estar hablando de 20 años. Para entonces, todos calvos.

El problema de los códigos no son su formulación sino su aplicación, no importa la teoría, sino la práctica, por ejemplo, el Banco de España (eran otros tiempos) sugirió a Alberto Cortina y Alberto Alcocer que dimitieran como consejeros  mandamases del Zaragozano por una imputación la condena llegó 10 años después y no entraron en la cárcel por mor del TC-.

Ahora, una condena no sirve para nada: debe ser firme. Y me imagino que si se recurre al Constitucional, cuando el asunto termine Alfredo Sáenz se habrá acostado en la casa de sus padres y Olavarría Delclaux lo mismo.

Conozco a Sáenz, es un gran banquero y me molestaría no ya que entrara en prisión no es el caso- sino que dimitiera de su cargo, pero el hecho es que debe hacerlo. Políticos populares y socialistas entran cada día en prisión por mor del juez Garzón, aunque es verdad que siempre son políticos de segunda. ¿Entonces?

Se está imponiendo la política del todo vale, especialmente frente al poderoso. Las códigos de conducta son elásticos y dependiendo de quién sea el juzgado así será la resolución.

El Santander y el BBVA deben dejar de ser intocable, si ayer me refería al hecho de que el hombre que intervino Banesto, ex gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo, acabara sus días como consejero del banco, hoy hay que mencionar el caso de Pepín Piñán, el inspector del Banco de España que dirigía el equipo que supervisaba al Banco Santander.

Recuerdo que cuando los códigos no eran tan elásticos, el director general de Inspección del Banco de España, Pepe Pérez, tuvo que esperar seis meses para fichar como director general del BBVA.

Al parecer, eran otros tiempos, más éticos por tanto, supongo, menos progresistas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com