El nuevo ministro de Industria, Joan Clos, ha asumido la teoría de las Cuotas. Así, además de cerrar la alternativa nuclear, con lo que vuelve a dejar el futuro energético de España en el aire y cada vez más dependiente del extranjero, Clos ha asumido la teoría de las cuotas, en materia de libre competencia. La teoría consiste en que hay libre competencia siempre que haya varios operadores que luchen en el mercado, según unas proporciones subjetivamente elegidas. Así, Clos acaba de declarar que no nos acaban de gustar las eléctricas con más del 30% de cuota de mercado.

Ahora bien, para liberalizar la energía eléctrica en España lo de las cuotas empresariales es lo de menos: de hecho, podría haber diez competidores con un 10% de cuota cada uno, que mientras sea el Estado quien decida el precio de la energía no se podrá hablar de libre competencia.

Por otra parte, el objetivo de la libre competencia no consiste en que haya pocos o muchos oferentes, sino que los demandantes de energía, los ciudadanos y las empresas, tengan asegurado el suministro, con buen servicio y a buen precio.

Clos sigue aquí la estela del presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), Reinaldo Rodríguez, en cuyo negociado, es decir, en el sector de las telecos, se percibe como en ningún otro sitio la teoría de las cuotas. El principal objetivo de Reinaldo Rodríguez consiste en reducir la cuota de mercado del operador dominante, y antiguo monopolio, Telefónica. Y así debe ser siempre que esa política no provoque precios más altos para el consumidor, a costa de detener las ofertas de ese operador, no por que sean realizadas por debajo de coste sino por el simple hecho de que sus competidores no ganarán entonces cuotas de mercado. Porque, de esa forma, quien pierde es el usuario.

La teoría de las cuotas ha sido explicada, y de forma muy ilustrativa, por quien fuera director general de Relaciones Externas del BBVA: Es como si llegara alguien con una vacuna contra el Sida y el Gobierno prohibiera su aplicación hasta que no se invente otra vacuna contra el Sida que pueda competir con la primera en igualdad de condiciones.