Sr. Director:

 

Desde mi querida Argentina no salgo del asombro al leer la prensa europea. ¡Pensar que si somos Hispanoamérica es porque hemos tenido la ventura de que españoles vinieran a nuestras tierras aportándonos cultura, tradición, raíces...!

En los próximos días tratará  la Sexta Comisión de Naciones Unidas la posibilidad de legalizar la clonación. Y el proyecto a favor de la clonación reproductiva y terapéutica cuenta a la fecha, según la prensa, ¡con el aval español!

Uno de los proyectos, el surgido en Bélgica, promueve la clonación humana. ¿Qué tipo de clonación? De dos tipos. ¡Los belgas no se andan con chiquitas! Una con fines "reproductivos", en otras palabras, crear personas humanas mediante manipulación para ser implantadas conforme selección en alguna aventurera madre con bolsillos repletos de euros o de dólares conforme el origen de la osada mujer.

La otra alternativa que propone el proyecto belga es admitir la clonación llamada "terapéutica" consistente en fabricar, -sí, sin eufemismos, fabricar"- "niños repuesto", cuyos órganos y células madre sirvan de repuesto para otros niños, tan dignos como éstos, pero que están enfermos y sufren serias dolencias. Ciertamente que estos últimos para los que se destinarán los "niños repuesto" también tendrán padres con sólidas cuentas bancarias en euros/ dólares.

¡Poderoso caballero, don dinero!, que pretende dividir al mundo entre "niños reales" y "chavales de repuesto", cuyos órganos pronto podrían aparecer cotizados conforme las leyes de "oferta y demanda" y en los más variados catálogos.

Pero no se nos ocurra tildar a quienes esto aspiran de "discriminadores", ¡no!, sólo quieren el progreso de la ciencia, y la cura de enfermedades... Nadie sensato vaya a pensar que existe algún parecido con, el nunca tan imitado como en estos tiempos, Dr. Menguele. ¿Lo recuerdan? ¿Sí?

Pueda ser que hagan memoria los señores que se sentarán a debatir sobre el proyecto belga y no quieran convertirse ellos en los ¡SUPRAMENGUELES 2004! Y que recuerden que todos ellos nacieron de la unión de un hombre y una mujer, que la mayoría del mundo llamamos padre y madre, aunque algunos de ellos con sus actos renieguen de ello.

Cristina González

cdedelgado@hotmail.com