El president catalán, Pasqual Maragall, ha puesto fecha tope para la negociación del Estatut: "O está para la Merced (24 septiembre) o ya no estará". Maragall ha tratado de restar fuerza al tono afirmando que no se trata de una amenaza, sino de frenar las especulaciones a una posibles prórroga. Desde CiU, Artur Mas, ha pedido 15 días añadidos en caso de que se observe "viabilidad".

Y así, los políticos catalanes se entretienen ganando tiempo y cerrando calendarios en un asunto que está muy lejos del centro de preocupaciones del catalán medio. Por otra parte, el portavoz de CiU en el Parlamet, Josep María Pelegrí, ha señalado que si el nuevo Estatut no sale "no será por nosotros". No obstante es que el debate está empantanado en varios puntos. Uno de ellos es la educación. ERC apuesta por una educación pública y laica frente al modelo abierto propuesto por CIU. Ambos consideran que sus posturas son irreconciliables.

En todo caso, Pelegrí reconoce que el tema de la educación será un tema menor, y que ERC probablemente estaría dispuesta a suavizar su postura ante la posibilidad de otros logros. O dicho de otro modo : los convergentes utilizan la educación como comodín negociador. El núcleo duro de la negociación se encuentra en el tema financiero. Y aquí, en el fondo, a todos les va bien que el Estatuto fracase. El PSC no quiere pasar la vergüenza del freno en Madrid, CiU no quiere retratarse en la realidad de que sean otros quienes consigan reformar el Estatut; y ERC tiene como objetivo la independencia y cualquier cosa sabría a poco y anularía la tensión que tantos réditos electorales les procura.