El presidente del Círculo de Bellas Artes, Juan Miguel Hernández León, ha asegurado que quiere convertir la institución cultural en una "catedral laica". La declaración de intenciones la realizó en el marco de un encuentro, "Cultura en libertad", donde la progresía se reunió en solidaridad con el diarreico Íñigo Ramírez de Haro. Asistieron al acto Juan José Alonso Millás, Fernando Schwartz, José María Caballero y Lucía Etxebarría, la "intertextualizadora". Como ven, lo más granado de la "intelectualidad" madrileña.

 

La idea es buena, aunque no nueva. Hernández León imita a los revolucionarios franceses de 1789 que sobre el altar de la Iglesia de Nôtre Dame colocaron a una bailarina de la Ópera de París, a la que adoraron como la diosa Razón. ¡Ya está: en el vestíbulo del Círculo, entre dos jarrones floripondiosos, podemos colocar a Ana Belén como santa protectora de tan eximia ‘catedral', no consagrada pero eximia!

 

Faltaron en tan magno acontecimiento el gran intelectual del mundo mundial, el reconocidísimo internacionalmente Pedro Almodóvar, ese "mal educado" capaz de dar pábulo a los rumores que corren por Internet. También faltaron Imanol Arias y José Luis Sampedro, pero todos se hicieron sentir mediante una carta de adhesión. Los intelectuales son así, pelín gregarios y algo agitanados. Si un miembro de la tribu es atacado, ahí que van todos. En pro de la libertad de expresión, como es lógico.

 

Uno se puede cagar en lo más sagrado y es libertad de expresión. Y con la misma simetría, uno se manifiesta enfrente del blasfemo teatro Alfil y es tachado de intolerante. ¿A qué está bien? Me encanta este Estado de Derecho que distingue entre ciudadanos de primera y de segunda, entre afrentas intolerables y "libertad de expresión". Me sigo cagando en Íñigo Ramírez de Haro. Y lo seguiré haciendo hasta que el Estado de Derecho sea efectivo.

 

En la comisaría madrileña de Guinzo de Limia no aceptan las denuncias que los ciudadanos querían presentar contra la obra blasfema remitiéndolos a los juzgados de la Plaza de Castilla con abogado y procurador. ¡Toma Estado garantista! Tampoco en la comisaría de Barajas, donde el comisario se permite decirle al denunciante que no está "para estas tonterías con la que está cayendo". Precisamente, porque está cayendo una gorda, está cayendo el mismísimo Estado de Derecho, donde un juez se permite archivar las denuncias porque "es una tontería que no encaja en el artículo 525 del Código Penal". Señoría, ¿qué hace falta para que algún acto encaje en el 525?, le pregunto. Silencio en la sala.

 

Y así llegamos a nuestra "catedral". Eso sí, bendecida por la mismísima concejal de Artes del muy progresista Ayuntamiento de Madrid, Alicia Moreno. La concejala quería dar, de esta forma, su apoyo a la intelectualidad de la mano de Rafael Simancas, mientras su jefe Ruiz-Gallardón divide sus esfuerzos entre colgarse la medalla de la boda y aplaudir al actual Gobierno. ¿Centro-reformismo o chaqueterismo?

 

A Moreno le encanta estar en todas las salas. Es la responsable de los hip-hoperos que inundaron la Plaza de Colón. "Un acto espectacular, lo he organizado yo". Humildad, que se llama. Seguramente Alicia Moreno participe de esta catedral laica que propone Hernández León. Una especie de Instituto Libre de Enseñanza, pero en cutre, donde lo soez, lo blasfemo y la sinrazón son bienvenidos. La progresía ha renunciado a luchar contra la Iglesia y ha optado por montar una Iglesia paralela en la que el Papa, lo han adivinado, sería don Jesús Polanco del Gran Poder.

 

Seguro que el de Valdemorillo está dispuesto a que Alicia Moreno sea su acólita en esa nueva religión desprovista de esperanza. Porque en el fondo, los "progres" resultan aburridos y tristones. Ni tienen Madre ni tienen esperanza real de que otro mundo mejor sea posible. El lema es sugestivo para los jóvenes. Pero los adultos se dejan engullir por un mundo que les reclama todo y les da bienestar. No pierden la estética, pero sí la esperanza. Y así es como los "progres" de salón abandonan la lucha por la justicia social y se abrazan al capitalismo más deshumanizador. Lean El País. Sólo les queda cagarse en lo más sagrado. Pobriños.

 

Luis Losada Pescador