Su Santidad el Papa Benedicto XVI ha desplegado un dilatado viaducto para que los anglicanos puedan volver a la Iglesia Católica. Más de 100 parroquias anglicanas de Estados Unidos han resuelto mudarse al catolicismo.

 

La Iglesia Anglicana de América, se unirá con la Iglesia Católica, arrastrando a miles de cristianizados junto a sus propios obispos, templos y hasta una catedral. Las parroquias de tradición anglicana mantendrán su culto propio, canciones, rezos y solemnidades; y los nuevos alumnos de los seminarios, aunque se formarán con el clero católico, también gozarán de centros propios adecuados a su tradición anglicana.

Así lo notificó el cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que ha exhibido los puntos básicos de la Constitución Apostólica Anglicanarum Cuetibus. La decisión de esta cristianización en masa fue aceptada por la Iglesia Anglicana Americana durante una reunión organizada en Orlando (Florida).

La Iglesia Anglicana de América pertenecía a la Comunión Tradicional Anglicana, de la que desligó hace cerca de 20 años, fundamentalmente por  no admitir la consagración sacerdotal y episcopal de mujeres y homosexuales, así como el enlace matrimonial entre mortales del mismo sexo.

La cristianización de los clérigos norteamericanos de la Iglesia Anglicana representa el segundo grupo de parroquias anglicanas que admiten la propuesta exhibida por el Papa Benedicto XVI a través de la Constitución Apostólica Anglicanarum Cuetibus.

El primer grupo en cristianizarse al catolicismo fue el de la rama australiana de Adelante en la Fe.

La citada Constitución Apostólica admite que los seminaristas del rito anglicano se formen junto a los seminaristas diocesanos y en plena armonía con la tradición católica. Por razones históricas y ecuménicas, no se admite la consagración de varones casados como obispos.

Los prelados anglicanos célibes también podrán solicitar a la Santa Sede ser ordenados obispos católicos.

Estos son los primeros pasos de la unión, con la Sede de Pedro, de los anglicanos de todo el mundo.

Clemente Ferrer 

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