El primer día de la reunión mantenida entre la Comisión Europea y las autoridades chinas se saldó en tablas. Buen rollo, pero sin acuerdo. Mientras la pusilánime comisión busca fórmulas para solucionar el problema de la inversión textil china en los puertos y aeropuertos comunitarios, China apuesta directamente por la supresión de las cuotas de importación. La Comisión en cambio propone traer a este año cuotas del año pasado o intercambiar cuotas de productos no saturados por las de los productos que se encuentran ahora en los puertos.

Mientras tanto, aunque las distribuidoras lo nieguen, se está realizando una labor de búsqueda de alternativas en el caso poco probable de que las conversaciones terminen en tablas. Decimos poco probables porque la presión del consumidor pesa mucho y la "patata caliente" -que diría Sevilla- de las producciones agolpadas, hay que solucionarla.

En todo caso, conviene recordar que la economía china es muy competitiva y consigue destrozar mercados gracias a unos sueldos de miseria. Un empleado público chino cobra en Pekín 100 euros al mes. Y por supuesto no tiene seguro social. Es decir, la capacidad de competencia del gigante asiático se basa en una mano de obra muy barata, explotada y poco dignificada. Si China quiere entrar en el mercado libre debería de aceptar también las condiciones de la Organización Internacional del Trabajo.