La dictadura de Beijing chantajea a Occidente con su emigración ilegal,  los salarios de miseria y el aborto obligatorio.

Gobierno y empresas del mundo libre cierran los ojos ante las sistemáticas violaciones de los derechos humanos con tal de hacer negocio.

No se habla de otra cosa en los mercados financieros que de la revaluación del yuan, la moneda china. Y eso que, como bien recuerdan los documentados autores de Breakingviews en el diario Cinco Días, el poderío chino no sólo se basa en un yuan devaluado y en su poderío exportador, sino en dos elementos: los salarios de miseria que practica (un trabajador de la capital, los que mejor cobran, puede salir por 100 dólares al mes) y, atención, en una emigración ilegal salvaje. El que no tiene para comer se marcha a Estados Unidos y Europa y a correr.

Ni Estados Unidos, ni Japón ni Alemania o Francia se atreven a pararle los pies a China. Tampoco las empresas privadas que miran con ansia un mercado inmenso, el que proporcionan 1.200 millones de seres humanos, que por poco que consuman siempre será mucho. Eso sí, el que se atreva a denunciar la tiranía de los débiles no será invitado al festín. Y ni un solo Gobierno ni una sola empresa protesta por las violaciones de derechos humanos. Empresas españolas en china: BBVA, Telefónica, Caja Madrid, Caixa, ALSA, Chupachups, Nutrexpa y siga usted contando. Es lo que se llama responsabilidad social corporativa.

China es la más cruel tiranía del mundo, la que esclaviza a más seres humanos y la que ha destrozado a toda una raza en apenas tres generaciones. Al igual que ocurrió en Occidente, cuando -aciago día- los rojos se convirtieron en progres y el viejo régimen de Mao abandonó el comunismo y se pasó al abortismo. El Gobierno estableció el aborto obligatorio según el esquema ONU: para acabar con la pobreza lo más rápido es eliminar a los pobres. Un hijo por pareja y a correr.

Eulogio López

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