Toda la plana mayor del Gobierno chileno, encabezada por la nueva presidenta, la socialista Michelle Bachelet, y con el líder democristiano Eduardo Frei, se encontraba en la catedral de Santiago de Chile, participando en la ceremonia ecuménica y escuchando la homilía del cardenal-arzobispo de la capital, monseñor Francisco Javier Errázuriz, acompañado por líderes religiosos de distintas confesiones cristianas.

En Europa podría haber provocado un escándalo, pero en Chile, al parecer, la jerarquía habla más claro. Así, monseñor Errázuriz no tuvo el menor problema en recordar a Bachelet que los dos principales objetivos de un Gobierno debe ser su preocupación por los no nacidos y por los pobres.

Y es que muchos chilenos, así como la Iglesia de aquel país, temen que Bachelet, con el apoyo de lo democristianos, introduzca el aborto en Chile.

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