Los guerrilleros quieren demostrar que ellos son los que mandan en el sur, mientras helicópteros venezolanos recorren el espacio aéreo colombiano

La guerrilla FARC podía haber liberado a los tres rehenes -los tiene por decenas- en cualquier país fronterizo, como Perú, Ecuador, o Brasil. Además, controla una cuarta parte de Colombia, constituyéndose en una especie de Estado dentro del Estado, una administración dedicada a las rentables industrias del secuestro y el narcotráfico.

El presidente colombiano Álvaro Uribe se encuentra entre la espada y la pared. Son decenas los secuestrados por las FARC, y sólo liberará a tres -entre ellos un niño nacido en cautividad de la unión ¿libre? entre una política y un guerrillero-, y ahora, si no quiere ser acusado de cruel y de enemigo de la paz, tendrá que transigir con la mega-operación de propaganda de su único Hugo Chávez: una caravana de helicópteros que sobrevolará el espacio aéreo colombiano para que los jefes de uno de los grupos guerrilleros más salvajes del planeta, puedan dárselas de humanitarios.  

Todos los intentos de firmar una paz con la guerrilla en Colombia han resultado inútiles, especialmente con las FARC. La única esperanza es la victoria militar, pero se trata de una muy compleja operación, pues las huestes de Manuel Marulanda, ‘Tirofijo', funciona como una guerrilla terrorista y se esconde en la selva.

Todas ellas circunstancias aprovechadas por Chávez para montar el ‘show', eso sí, un ‘show' muy humanitario. Considerando la crueldad de quien, como la candidata presidencial, Ingrid Betancourt, lleva seis años secuestrada, el ‘show' de Chávez, que utiliza el síndrome de Estocolmo que sufren las familias -el esposo de Betancourt, Juan Carlos Lecompte, es uno de los grandes críticos de Uribe y que ha convertido al dictador venezolano en su corifeo-, la actitud de Chávez resulta bastante repugnante.