Al final, lo que ha hecho José Blanco con su tan publicitada revisión del plan de infraestructuras, el famoso recorte del recorte, son dos barbaridades:

1. Repartir la obra pública según criterios electorales.

2. Recurrrir más a la financiación privada. Es decir, endeudar aún más al Estado cuando la prioridad es reducir el déficit público. En otras palabras. Pan para hoy y hambre para mañana o el que venga detrás que arree, o detrás de mí el diluvio.

El horizonte vital de este ministro chapuzas no es otro que el de la próxima cita con las urnas, las suyas, las generales. Su carrera política le importa todo, el bien común lo interpreta según el objetivo primero.

Un ministro chapuzas en un Gobierno chapuzas. Zapatero se empeñó en presidir la Comisión delegada del Gobierno para Asuntos económicos como respuesta a las intromisiones de Pepiño en materia fiscal. ZP la desautorizó entrometiéndose en su terreno, la coordinación de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, lo que creaba, además, una expectativa de adopción de grandes medidas que se han quedado en nada.

La Comisión se saldó sin aclarar lo único que una Administración económica tiene que aclarar: la fiscalidad. Al tiempo, insiste en la tontuna de la ley de Economía Sostenible, un espantajo, algo así como atajar el cáncer con compresas y en la reforma de las pensiones que no es tal reforma, sino una bajada de la pensiones.

No me extraña que Blanco y ZP se entiendan tan bien: ambos son demagogos, mentirosos y chapuceros. Dos almas gemelas.

Eulogio López

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