La Guerra de Irak y la animadversión antiBush siguen dando sus frutos en el cine. Ahora es el turno de un drama de espías, basado en hechos reales,  magníficamente dramatizado.

En los meses anteriores a la Guerra de Irak, Valerie Plame (Naomi Watts), una agente secreta de la CIA, descubre que, a diferencia de lo que muchos miembros del gobierno estadounidense opinan, Irak no tiene ningún programa activo de armas nucleares. Esta opinión se refuerza cuando su marido, el ex diplomático Joe Wilson (Sean Penn), es enviado a Niger (África) para investigar los rumores sobre una posible venta de uranio enriquecido a Irak y corrobora que no se han producido tal operación comercial. Pero el conflicto se desencadenará cuando Joe escribe un artículo en el New York Times en el que resume sus conclusiones, desatando así una acalorada polémica que caerá de lleno sobre su mujer, cuya identidad secreta será desvelada poniendo en peligro a sus contactos profesionales, a su familia y a ella misma.

A la salida de la proyección un compañero de profesión me comentaba que debíamos hablar de un nuevo subgénero: el de la Guerra de Irak. Este comentario sarcástico encierra una gran verdad: de un tiempo a esta parte hemos visto muchas películas sobre este conflicto bélico tan injusto como politizado. Afortunadamente, Caza a la espía, debido a su calidad, se contempla con fruición porque asistimos a la lucha apasionante de una mujer (madre, esposa y espía) por salvar todo lo que posee: su matrimonio, su identidad  y su carrera profesional. Una vuelta de tuerca a ese argumento tan trillado en el cine norteamericano como es el enfrentamiento del individuo contra al Estado

Todo esta trama repleta de intriga ha sido narrada (según los protagonistas reales de la historia) con mucha fidelidad (se ha filmado en Amman e incluso en Irak) y traducida a imágenes con un suspense trepidante. Esto último no es casual ya que detrás de la cámara encontramos a Doug Liman que, en la ficción, ha firmado películas de intriga tan bien resueltas como El caso Bourne. En esta ocasión se ha apoyado en un acertado guión elaborado por los británicos hermanos Butterworth que, insisten, no sólo pretendían realizar un documento lleno de controversia política sino el retrato emocional de dos personas valientes y resueltas a desvelar la verdad.   Quizás por ello la película resulte tan fascinante a pesar de la fuerte carga de profundidad que contiene contra  el Gobierno Bush por su decisión de comenzar la Guerra de Irak.

Para: Los que sigan con pasión las historias basadas en hecho reales