A pesar de que se quiere justificar con ropajes artísticos, Castillos de cartón no es un drama  que bucea en la incertidumbre que depara la juventud o el futuro profesional, es un largometraje cuyo  eje central es la sexualidadNada extraño si recordamos que está basado en una novela homónima de Almudena Grandes.

Castillos de cartón narra el ménage à trois que viven tres estudiantes de Bellas Artes (dos chicos y una chica) durante el último curso de su carrera. La acción se desarrolla en los años 80 y no se cuestiona la amoralidad de esta relación sino que se intenta justificar con argumentos tan simples como  el descubrimiento de uno mismo a base de revolcones o la rivalidad que surge ante la entrada en el mundo laboral. Todo ello dentro de una película donde las relaciones sexuales explícitas son la nota dominante.

El problema de largometrajes  que, como éste,  circunscriben su acción a un lecho (o catre que dirían los castizos) es que suelen ser terriblemente aburridos. Por ello,  Castillos de cartón  ni se acerca de puntillas a lo que realmente supone el amor verdadero (que suele ser cosa de dos nunca de tres, como intenta convencernos esta película)

Es una lástima el claro desperdicio que se hace del excelente trío protagonista (Adriana Ugarte, Nilo Mur y Biel Durán) que lo único que  lucen en Castillos de cartón son sus juveniles cuerpos

Para: Los que crean que tienen que existir películas destinadas a las salas X