• Difícil pero no imposible, aseguran en Economía.
  • Si lo consigue, habrá marcado el rumbo de la reforma financiera, hoy en estado de caos.
  • La entidad gallega se compromete a sanear 1.600 millones de euros y a recomprar el 90% del capital en manos del Estado.
  • Al tiempo, Novacaixa rechaza las pretensiones de BBVA y Caixa.
  • La clave está en los fondos americanos, que ya confiaron en él en ONO.

A estas alturas no hay muchas cosas que pueda sorprender al equipo del ministro de Economía, Luis de Guindos, en materia de reforma bancaria, convertida en un caos práctico aunque, en teoría, haya recibido el respaldo de casi todo el Congreso, en la votación celebrada durante la mañana del jueves.

Pero el acuerdo poco significa. Como decíamos ayer, las cuatro grandes, también el Popular, Ibercaja, BBK y Unicaja, previsibles absorbentes, ya le han dicho al Gobierno que si quieren que se queden con algo exigen, no ya ayudas económicas, sino ayudas económicas del nivel recibido por el Sabadell para hacerse con la CAM, Esquema de Protección de Activos (EPA) incluido.

Y en esas llega un tal José María Castellano (en la imagen), quien acaba de declarar a la CNMV que precisa saneamientos por 1.600 millones de euros, y que lidera un banco nacionalizado para evitar su ruina y asegura que no desea ayuda pública alguna y que el 15 de marzo dará cuenta de los socios -la mayoría financieros, porque los empresarios gallegos han demostrado que no están por la labor- que recomprarán el primer paquete de acciones de Novacaixa Banco al Estado y, además, se compromete a sanear con su propios medios. En pocas palabras, se compromete a reflotar Nova Caixa Galicia sin "costarle un euro" al erario público y a sanear la cartera inmobiliaria del grupo, producto de la fusión entre Caixa Galicia y Novacaixa.

Y de postre, Castellano adelanta que quiere seguir en solitario y que rechaza que BBVA y Caixa, interesados en ello, se hagan con el banco gallego.

En Economía dudan de que logre una machada de tal calibre pero les encantaría: la reforma bancaria tomaría un rumbo totalmente distinto: los bancos se verían obligados a sanearse por sí solos. Haciendo un esfuerzo de imaginación en algo más que en subirse los salarios.

Y no olvidemos que De Guindos se reserva la última vuelta de tuerca a las entidades: obligarles a ofrecer más créditos al sector privado. Por ahora se les ha animado, obligándoles a aumentar dotaciones, a reducir -vender- su cartera inmobiliaria: lo primero era sanear. Ahora bien, si se supera la primera fase, entonces no estaremos hablando sólo de fusiones sino de una a modo de coeficiente -sí, el término evoca tiempos pretéritos, pero lo de menos es el nombre- para que los bancos se vean obligados a prestar a empresas y a familias.

Pero primero debe salir adelante el proyecto Novacaixa Banco. Tiene a su favor que ya ha conseguido una refinanciación que parecía imposible en el caso ONO. Tras colocar 1.000 millones de dólares ahora ha refinanciado otros 1.400 millones de euros, y a ello han acudido 170 fondos norteamericanos, la clave del proceso Castellano. Los fondos confían en su gestión y él está empeñado en sacarla adelante contra viento y marea. No cejó cuando el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo se desentendió del proceso y no cejará ahora.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com