Sr. Director:

Hace unos días, estuve en la provincia de Gerona con la intención de adquirir un piso. Me atendió una comercial joven, me enseñó la promoción y me aconsejó comprar "el piso que hacía cantonada" y que me subrogara la hipoteca del promotor porque, de esta forma, "estalviava muchos dineros". La conversación estuvo trufada constantemente por continuas equivocaciones y catalanismos junto con errores gramaticales de bulto. Desgraciadamente, estos son los efectos prácticos de la inmersión lingüística en Cataluña: si una persona en su entorno familiar y de amistades no habla nunca castellano y en la escuela sólo le dan 1 triste hora a la semana, es normal que acabe con un castellano absolutamente macarrónico.

José Gutiérrez

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