Sr. Director:

La CULTURA DE LA MUERTE, mencionada hace diez años en la encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II, está de moda, incluyendo la eutanasia, junto con la clonación y el aborto. Son temas recurrentes en los medios de comunicación, y seguirán así indefinidamente. Pero la eutanasia es importante porque juega con la vida de enfermos dependientes de personas y aparatos que los asisten, y casos como el de Terri Schiavo le dan vida en los medios. 

El caso de Terri es muy importante, porque ha sido más una discusión sobre derechos de sus parientes y ámbitos jurisdiccionales -estatal y federal- que de la vida de ella, pues por una parte el esposo ha solicitado (y obtenido) su desconexión del medio que le mantiene viva alimentándola artificialmente, y por otra, sus padres que desean que continúe así, ya que piensan que puede recuperarse. Jurídicamente, es un ajuste de cuentas jurisdiccionales entre la Unión y Florida. 

Pero, en realidad, este NO es un caso de eutanasia. La eutanasia procede del griego eu (bien) y tanatos (muerte, buena muerte). El Diccionario de la Real Academia Española la define como acortamiento voluntario de la vida de quien sufre una enfermedad incurable para poner fin a sus sufrimientos

En el caso Schiavo, no se trata de ayudar o no a morir a una persona sufriente que lo desea y pide ayuda para lograrlo, o cuyo sufrimiento se desea terminar por quienes tienen responsabilidad de auxiliarla: parientes y médicos. Terri está en estado vegetativo con algunas reacciones, NO SUFRE, no está siquiera en coma. No puede opinar, ni siquiera tiene muerte cerebral. Pero su caso alimenta la discusión sobre la eutanasia como derecho; pero ¿el derecho de quién? 

El padre Thomas Williams, L.C., decano de Teología del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma, explica que en el caso Schiavo el problema se plantea incorrectamente: No se trata de los padres de Terri tengan razón y de que su marido no la tenga, aclara. El problema está en dar a una persona el poder sobre otra vida. La sociedad no debe permitir que la vida o la muerte de una persona se pongan en la balanza de los sentimientos que los demás sienten por ella. Toda vida humana debe ser defendida y protegida por la ley, no por lo que significa para los demás, sino por lo que es en sí misma.  

Tampoco puede la vida ser un derecho a definir por poderes judiciales, sean federales o estatales, como se está ventilando en Estados Unidos. Escribe un maestro de Harvard, Charles Fried, sobre el tema jurisdiccional, diciendo que el federalismo tiene también derecho a la vida. Un juez de Florida que ha visto el caso, simplemente dice que ese tribunal aprecia los sentimientos de las partes, esposo y padres, pero que el asunto es judicial. 

El gobernador de Florida, Jeb Bush, ha tratado hasta los límites legales de salvar la vida de Terri, aduciendo la posibilidad de error de diagnóstico; dijo : Si hay alguna incertidumbre, debemos errar por el lado de protegerla

La posición doctrinal de la Iglesia católica, fundamentada en la ley natural y la palabra de  Dios, es el absoluto rechazo a la eutanasia. Es contraria al derecho natural y a la palabra de Dios, al ser un homicidio o suicido asistido. En el caso de pacientes terminales, la doctrina acepta la limitación de esfuerzos médicos extraordinarios para prolongar una vida, pero el caso de Terri Schiavo, dichos esfuerzos no son extraordinarios, son una simple alimentación por una sonda. 

El caso es así no de suprimir un sufrimiento de quien no sufre, ni de suspender esfuerzos extraordinarios, ni de mantener vivo un cuerpo con muerte cerebral. Tampoco se trata de darle lo que alguien llama una muerte digna (¿qué es la dignidad de la muerte, clínicamente hablando?). 

Juan Pablo II, hace diez años escribió en Evangelium Vitae exactamente sobre lo que ahora sucede en Florida:La opción de la eutanasia es más grave cuando se configura como un homicidio que otros practican en una persona que no la pidió de ningún modo y que nunca dio su consentimiento. Su esposo, quien ha decidido y logrado llevarla a su muerte, dice que Terri le había solicitado no mantenerla viva en estado vegetativo, pero es sólo su palabra ¿puede pensarse que Terri se lo haya dicho sin imaginar lo que le ocurriría por su esfuerzo reductor de peso, que la dejó en el estado en que se encuentra en 1990? 

Por otra parte, ¿quién tiene derecho a decidir la muerte de alguien, que solamente corresponde a Dios? Continúa la Evangelium Vitae: Se llega además al colmo del arbitrio y de la injusticia cuando algunos, médicos o legisladores, se arrogan el poder de decidir quién debe vivir o morir. En este caso, son los poderosos del derech jueces y magistrados, quienes han negado a todo mundo, incluyendo al Ejecutivo del Estado de Florida, la posibilidad de salvar la vida de Terri Schiavo, amenazando evitar con el uso de la fuerza pública, el intento de alimentar a esta mujer que muere de hambre y sed. 

En LOsservatore Romano, Francesco M. Valiante escribe: Una persona -no un vegetal- está muriendo lentamente y el mundo asiste impotentemente a través de la televisión y de los periódicos. Su auténtico drama, en vez de suscitar una oleada de piedad y solidaridad generalizada, es sofocado por la indecente búsqueda de arrogarse el derecho de decidir sobre la vida y sobre la muerte de una criatura humana. ¿A qué escalofriante mentalidad eugenésica pertenece el principio, según el cual, la vida aunque esté disminuida o sufriente depende de un juicio de calidad expresado por otras personas?, se pregunta Valiante. 

Finalmente, el caso de Terri Schiavo es gravísimo para la humanidad, se deja morir de sed y hambre a una mujer que no puede opinar, y contra la más elemental cultura de la vida. ¿Dónde está el principio deontológico de los médicos: To cure if possible, always to care (curar si posible, cuidar siempre)? 

La cultura de la muerte gana sobre el derecho a la vida.

Salvador I. Reding Vidaña

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