Sólo Víctor Campos y Rafael Betoret han aceptado ya la culpa y se espera que pronto lo hagan el presidente de la Generalitat y el ex secretario general del PP, Ricardo Costa

 

Después de haber intentado por activa y por pasiva que Francisco Camps dimitiera, y ante la negativa de éste a hacerlo, Génova ha tenido que cerrar filas y seguir apoyando al presidente de la Comunidad Valenciana. Eso sí, algún sacrificio debe ofrecer para seguir ocupando el cargo: declararse culpable.

En ese sentido hasta María José Campanario, la mujer del torero Jesulín de Ubrique, muestra mayor dignidad: se declara inocente y va a recurrir la sentencia. En cambio, Francisco Camps prefiere tragarse el sapo y pese a decir desde hace dos años que es inocente, es capaz de aceptar la culpabilidad en este caso para mantenerse en el cargo. Una pena.

Y lo peor de todo es que esta huida hacia adelante no es tal. Aceptar su culpabilidad implica que entonces durante dos años ha estado mintiendo y eso es casi peor. Pero parece ser que la victoria en las próximas elecciones generales es más importante. Y si además es mentira que sea culpable y es una manera de salir del atolladero, en lo personal resultaría todavía peor. Para muchas personas, los cuatro, y no sólo Camps, serían unos delincuentes que se han salvado por los pelos, como unos carteristas que son soltados porque su delito no supera los 300 euros.

Y además, esta situación también muestra que Rajoy no tiene toda la fuerza que debería. Un líder debería ser capaz de mandar y sobre todo, de hacerse obedecer. Si no lo logra en sus filas y tiene que ir con paños calientes, mal va la cosa.

Juan María Piñero

juanmaria@hispanidad.com