Pensaba que nunca me sentiría avergonzado de un político por el que tenia respeto y admiración tanto por las ideas que afirmaba defender como por el modo tan enérgico con el que lo hacía.

Pero hoy me he visto obligado a cambiar de parecer. El político del que me siento avergonzado es usted señor Durán-Lleida. Su posición en el Estatuto ha sido totalmente ficticia y falsa.

O ha vivido en una gran mentira, o bien ha sido partícipe directo de este engaño. Si fuese el primer caso, le recomendaría que revisara quienes son sus compañeros de viaje y que dejase la política por esta evidente miopía. Si fuera el segundo caso, el de participar en el engaño, sólo me queda mostrarle mi desprecio por el modo que tiene de hacer política.

La lectura del Estatut deja bien a las claras que hay muchos aspectos íntimamente relacionados, y a la vez contrapuestos, con lo que se supone que es el corpus ideológico de la formación que usted preside. Aspectos al que usted han dado soporte total al posicionarse a favor de este Estatut.

La definición de Educación y de la Vida Humana en este Estatut son, de entre otros muchos, cuestiones lo suficientemente graves como para oponerse totalmente a él. Perplejo me ha dejado ver cómo daba su apoyo a artículos que ponen de manifiesto una clarísima orientación marxista, donde se aniquila la libertad de la persona y pone de manifiesto el poder del Estado sobre el individuo.

La educación es mucho más importante que si realmente somos una nación o cómo debe ser el modelo de financiación que necesita Cataluña. Infinitamente más importante.

La educación conforma la sociedad. La construye desde los cimientos, y nos ayuda a hacerla más justa. De hecho, de un modelo educativo injusto no es posible crear una sociedad justa: de lo que está realmente mal en sus raíces, no es posible esperar buenos frutos.

Por eso, cuando en vísperas de la votación en el Parlamento catalán le oí expresar con firmeza su oposición al concepto laico que el tripartito quería imponer en el modelo educativo catalán, me sentí defendido y apoyado. Pensé Gracias a Dios que aún quedan políticos sensatos.

Pero cual fue mi sorpresa cuando al día siguiente aceptó la revisión del texto, que tanto usted como yo sabemos que es totalmente inadmisible. ¡¡Y total para salvar el modelo de financiación que presentaron desde su Federación!!

¿Cree realmente que un gobierno que ha perseguido la escuela concertada con raíces cristianas saltándose los límites legales, garantizará la educación moral y religiosa de aquellos padres así lo pidan en centros públicos?

Probablemente los votantes no tenemos ni idea de política, pero no somos tan ingenuos como para no ver que -a pesar de esta pirueta semántica- la escuela será 100% laica con todas las consecuencias catastróficas que acarreará. Situación que se agravará cuando comprobemos que con los nuevos impuestos que pagaremos íntegramente en Cataluña, el gobierno de turno se servirá para alimentar y mantener este modelo educativo injusto. Modelo al que usted ha dado su apoyo.

A la luz de la contradicción ideológica que ha puesto de manifiesto, le agradecería que no usara el término demócrata cristiano para definirse como político. No tengo la menor duda de su condición de demócrata. Sin embargo, la segunda parte de la ecuación -la de cristiano- no la tengo tan clara. Y, por supuesto, la resultante de la ecuación demócrata cristiano no es aplicable a su persona.

Lamento decirle que no le veo con la suficiente honestidad política como para compartir mesa con Maritain, Moro, Schuman, De Gasperi o La Pira. Está usted muy lejos. Demasiado lejos.

En términos políticos usted no ha sido valiente. En términos cristianos ha sido tibio.

A partir de ahora, haré todo lo que legalmente esté en mis manos para que convencer a todas aquellas personas que pueda, que usted no es un político demócrata cristiano. En todo caso, será un político demócrata oportunista o demócrata utilitarista.

Jordi Molas

molas@t100e.com