Vuelve a cargar Benedicto XVI en su encíclica social contra la especulación financiera, causante de la crisis e incólume tras dos años de pandemia económica. El Papa apunta en la encíclica al corazón (65): Se requiere que las finanzas mismas, que han de renovar necesariamente sus estructuras y modos de funcionamiento tras su mala utilización, que ha dañado a la economía real, vuelvan a ser un instrumento encaminado a producir mejor riqueza y desarrollo.

El problema de la especulación financiera, la marca de nuestro tiempo, es que es un concepto difícil de aprehender, aunque una vez que se consigue pensar en esa línea toda la arquitectura financiera actual se vuelve clara y precisa. En cualquier caso, el Papa apunta y dispara con enorme precisión. En efecto, si las bolsas continúan siendo un casino especulativo, no beneficiarán a la economía real para eso nacieron- pero sí la perjudicarán, muchas veces como ahora mismo. Para explicar la especulación, además de las lecciones de don Leopoldo Abadía, no conozco mejor lección que la ya archifamosa en la red de los dos humoristas británicos de La última risa.

Insiste el Papa, cuando advierte que se precisa tanto una regulación del sector (financiero) capaz de salvaguardar a los sujetos más débiles e impedir escandalosas especulaciones cuanto la experimentación de nuevas formas de finanzas destinadas a favorecer proyectos de desarrollo. Un lenguaje que no agrada a los neoliberales.

Por cierto, cita como ejemplos de finanzas éticas la microfinanciación y los montes de piedad origen de las cajas de ahorros- lo que recuerda la obsesión anticajas de tantos, de izquierda y de derechas, que pretenden convertirlas en bancos.

Recado para los medios de comunicación, porque la globalización económica no se entiende sin la saturación informativa actual y sin la velocidad de trasmisión de esa información, aunque (73) el mero hecho de que los medios de comunicación social multipliquen las actividades de interconexión y de circulación de ideas, no favorece la libertad ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos. Para conseguir esa meta, se necesita que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos. Todo ello bajo otro principio que, personalmente, me agrada escuchar a un Papa que los medios no son neutrales.

Eulogio López

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