Aunque a todos los convencidos de que los católicos estamos obligado a ser de derechas digan lo contrario, la postura de la Iglesia respecto a la inmigración es muy clara. La migración forzosa (el 99%) es mala cosa, porque supone que alguien está huyendo de algo, generalmente de la miseria.
Ahora bien, si se produce, el país de acogida debe hacer eso: acoger (62): Todo emigrante es una persona humana que, en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables.

Un punto más allá (63), Benedicto XVI recalca otra de las claves de la Doctrina Social de la Iglesia. El salario: solicita un salario justo y reagrupación familiar, y recuerda el llamamiento de Juan Pablo II el Grande a una coalición mundial a favor del trabajo decente.

Palo a los sindicatos (64): Las organizaciones sindicales están llamadas a hacerse cargo de los nuevos problemas de nuestra sociedad, superando las limitaciones propias de los sindicatos de clase, esto es, de los funcionarios sindicales que cada día se parecen más a los bancos: éstos ofrecen dinero a quien no lo necesita mientras los sindicatos se desvelan por sus afiliados: funcionarios y trabajadores de gran empresa, los que menos ayuda necesitan frente el capital.

Eulogio López

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