La doctrina social de la Iglesia es de izquierdas y liberal, en cuanto defensora del individuo y de la propiedad privada. Siempre estará al lado del individuo y frente a las grandes corporaciones.

A partir del punto XXI de la encíclica, Benedicto XVI comienza concretar lo que conlleva ese amor en la verdad y se refiere, por ejemplo, a los efectos perniciosos sobre la economía real de una actividad financiera mal utilizada y en buena parte especulativa.

Como no vivimos en los  tiempos de las conspiraciones, sino de los consensos, no podemos habla de conjura pero sí de una sorprendente unanimidad para evitar el concepto clave a la hora de explicar los orígenes de la crisis económica permanente en la que estamos instalados: la especulación financiera. Y también, incluso, para silenciar ese otro concepto economía real, que los especuladores y sus siervos intentan ocultar. Con ello, la encíclica apunta hacia una distinción que todos los especuladores intentan ocultar, omitir o negar: ¿Qué es la economía real? La que produce bienes o servicios. ¿Qué es la economía financiera? La que vende y compra, a veces, sólo humo.

Esa especulación, mundializada por la globalización la que, según el Pontífice, ha provocado problemas nuevos con efectos decisivos para el bien de la humanidad.

Por cierto, el Papa denuncia la corrupción en las ayudas al Desarrollo tanto en los donantes como en los beneficiarios, así como la explotación del trabajador, no sólo por las multinacionales sino por los productores locales. Ejemplo: los llamados países BRIC, sobre todo China e India, a los que tanto alaban los medios occidentales, basan su potencial en salarios de miseria. ¿Es eso progreso?

Por cierto, la encíclica contiene una alusión (22) a un empleo demasiado rígido del derecho a la propiedad intelectual. No, no se refiere a la SGAE, sino que cita como ejemplo la propiedad intelectual sanitaria pero, oiga, tiene su aquel

Mundialización, uno de los puntos básicos de la Encíclica: Benedicto XVI advierte que se está compitiendo por salarios (25): el mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en los países ricos, la búsqueda de aéreas en las que emplazar la producción a bajo coste. Podríamos añadir: y en el propio Occidente las ganancias de productividad no son otra cosa que merma de salarios. Lo de la moderación salarial es una de las grandes mentiras impuestas por los ricos en Occidente en el siglo XXI.

En la misma línea, Benedicto XVI recuerda que no se debe recortar el gasto social como única medida de eficiencia económica, y que no se debe restringir la libertad sindical ni caer en la des-regulación permanente: movilidad geográfica, funcional, etc. (25). Lo siento, pero está claro que la doctrina social de la Iglesia nunca será conservadora: es de izquierdas y liberal, en cuanto defiende al individuo y la propiedad privada distribuida, frente las grandes corporaciones.

Hambre en el mundo (26): El hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional. Es la vieja idea, cada día que pasa más contrastada por la ciencia, de que este planeta da para alimentar a decenas de humanidades. El hambre no llega por la escasez de alimentos, sino por el egoísmo humano y la capacidad de los poderosos para distribuir la riqueza.

El Papa (28) señala de forma directa a los gobiernos y ONG que aplican el aborto y la esterilización en países pobres, incluso condicionando dichas esterilizaciones masivas a la recepción de ayuda al desarrollo.

Hay que entender que la economía no sólo es dinero sino muchas cosas más. Es la idea del profesor José Escandell ha vertido en el diario YA.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com