Sr. Director:
Esta mañana, en una revista de barrio, me he topado con el anuncio de una conocida marca de caramelos.

 

En él, una mujer semidesnuda sobre un hombre atado y con una venda en los ojos, le introduce caramelos en la boca. El lema: Nunca el frescor fue tan ardiente nos ilustra cómo sacar mejor partido al sabor del producto: quitarnos la ropa y buscar a un sujeto que se preste a este juego casi de prostíbulo (aunque no parece que sea el mejor modo de alentar a los nuevos clientes).

Antes los caramelos eran cosa de niños, golosinas usadas como premio o recompensa. Hoy, gracias a una sensualidad invasiva han pasado a formar parte de un juego de cama. ¿Qué fue del acto banalmente inocente de endulzarse la boca? ¿Es que hay caramelos para mayores de 18 años y yo sin enterarme o es que los creativos y publicistas lo ven todo en clave de sexo?

María Ferraz