El problema del canon digital es que el ser humano no crea, sólo transforma. Lo de creación queda muy bien para satisfacción de artistas presumidos (por cierto, ¿no hay demasiada gente que se autotitula ‘artista'?) pero nadie, en su sano juicio, se lo cree del todo. El hombre no crea, siempre utiliza materiales que le vienen dados. Esa es la cuestión de fondo de la propiedad intelectual: que el hombre es propiedad de cosas, pero no de creaciones, porque, en estas, no pasa de usufructuario. Pero me temo que el argumento no va a saciar la polémica sobre el canon digital. Aceptemos que, de alguna manera hay que remunerar a los llamados "creadores". Pues bien, debe hacerse luchando contra la piratería, no estableciendo un sobre coste para todos, piratas y honrados, haciendo pagar a justos por pecadores. Por otra parte, el canon tiene el sabor de lo facilón. Es la clásica medida producto de la impotencia. Como cuando el fisco embarga las cuentas corrientes por mal aparcamiento porque no logra -o no quiere- multar a los defraudadores multimillonarios que utilizan paraísos fiscales.   Pero es que, aquí y ahora, al viajar desde las verdes praderas de la teoría hasta el colapsado mundo de la práctica -tan real es el uno como el otro, que conste- el problema de la propiedad intelectual y los derechos de autor, es el mismo de los mercados financieros: lo malo no son los ahorradores sino los intermediarios. En la propiedad intelectual han surgido una pléyade de intermediarios aprovechados, del cual es arquetipo la SGAE. Estos filántropos de la creatividad -¡Dios nos libre de los filántropos!- se han constituido en lobby que coacciona a gobiernos y parlamentos, así como a los tribunales, para convertirse en administradores únicos del dinero que sale de nuestros bolsillos camino de los "creadores", los mismos ‘onegeros' que, por el camino, se quedan, en un porcentaje que supera las comisiones de sector inmobiliario. Tanta liquidez tienen las entidades de gestión de derechos que, una de sus principales funciones consiste en otorgar premios a jueces y policías, otorgándoles un protagonismo mediático así como unos ingresos extras, por ejemplo, a través de los muchísimos seminarios, congresos y jornadas que tienen por objeto analizar los sacratísimos derechos de autor. Y lo más sarcástico es que estas entidades se tienen por ONG, y se califican de instituciones sin ánimo de lucro. Como es sabido, fundaciones y ONG son instituciones que no tienen beneficios, pero que están regidas por particulares que obtienen mucho lucro por trabajar en entidades sin ánimo de lucro. Sobre de cómo reparten estos intermediarios-ONG el dinero que obtienen coercitivamente del Estado, mejor hablamos otro día. Ahora bien, el Gobierno ZP tiene una razón muy clara para apoyar el canon digital y la lucha contra la piratería que, como es sabido, es el mayor de todos los males que asolan a Occidente. ZP está convencido que la movida de actores, cantantes y demás ‘creadores', la gente del mundo del espectáculo, contra la Guerra de Iraq (recordamos la gala de entrega de los Goya de 2004, un mes antes de las elecciones, con el hoy famoso Jaume Roures dirigiendo al mariachi de actores anti-Aznar) tuvo que ver con su triunfo electoral. Es más, fue la oposición de los chicos del espectáculo -y hasta del "especta-culos") quien canalizó el descontentó con la foto de Las Azores tras el brutal atentado del 11-M. Pero si Zapatero tiene dudas, Pilar Bardem no alberga ni un adarme. Lo tiene clarísimo. Por eso, nada más ganar las elecciones, durante la primera negociación con RTVE, Bardem les espetó a los directivos del Ente (en quiebra técnica): "Gracias a nosotros habéis vuelto a La Moncloa...ahora pagadnos lo que debéis". ¡Y vaya sí se lo han pagado! El cine español gusta muy poco a los españoles, quizás porque le falta ingenio y le sobra procacidad, así que debe ser financiado por el Ministerio de cultura y por el ente público Radio Televisión Española. En definitiva, el canon es un sistema para que el conjunto de la población les paguemos a una serie de intermediarios y a una serie de creadores orgánicos, próximos al poder, por la coercitiva vía de las tasas, es decir, de los impuestos. Así que ya lo saben: el canon digital es absurdo, es injusto y es peligroso. Por lo demás, está muy bien, el redicho canon. Eulogio López eulogio@hispanidad.com