El pasado fin de semana he realizado un análisis profundo de la actual sociedad de la información. Al igual que Newton renovó la ciencia por una siesta interrumpida por una manzana -siempre la manzana- y Galileo alcanzó fama y fortuna por el favor impagable de los inquisidores eclesiales, yo lo he conseguido gracias al Diez Minutos, una publicación científica de gran raigambre académica.

El texto de portada decía así: María José Campanario: Pido perdón a los Janeiro. De inmediato, como experto profesional del periodismo, acudí a las fuentes con tres preguntas brillantes:

1. ¿Quién es la campanuda fémina de nombre María José Campanario, cuya efigie ilustraba la portada?

2. ¿Quiénes son los ofendidos Janeiro de quienes solicitaba humildes disculpas?

3. ¿Qué les había hecho, por qué les pedía perdón?

Y no se lo van a creer, de ahí el precitado análisis sociológico, pero resulta que la profunda España se confunde con la España profunda y, en ambas, todo acaba en Jesulín porque, lo he contrastado, la tal Campanario que es esposa del torero, se dedicaba a falsificar pensiones públicas de jubilación, un negocio que no -no se empeñen- todavía no ha sido aceptado por ningún banco de inversión.

Y la conclusión del estudio científico es que en España todo pasa por Jesulín, fenómeno que sólo puede resumirse con dos palabras extraídas del profundo acerbo del torero: Im-presionante.

Ahora comprendo por qué Zapatero ha llegado a presidente del Gobierno y por qué nuestro pensador más reconocido es el gran Wyoming. Somos lo que somos. Jesulín y la Campanario.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com