Sr. Director:
Dos padres del colegio público de Castilla me recuerdan al musulmán que en Italia, hace poco más de un año, acudió a un juez denunciando el crucifijo de la clase de su hijo. El juez le dio la razón y luego, ante la presión social y la llamada de atención del Ejecutivo, pidió disculpas, y también el padre. Esos padres castellanos exigen la retirada de los crucifijos de las aulas. Llevan su queja a la dirección provincial de educación que les remite a la decisión del consejo escolar del centro, elegido por votación pública democrática. ¿Su decisión? Mantener los crucifijos. Estos dos integrantes de la asociación ajena al colegio, Escuela laica, vinculada a otras como Europa laica, Federación Estatal de Gays y Lesbianas, Juventudes Comunistas, Izquierda Republicana / Unidad Cívica por la República, etc., no aceptan tal decisión poniendo en tela de juicio la potestad de este órgano de participación votado democráticamente.
Es curioso observar la estrategia internacional de este movimiento ideológico que en su lucha feroz contra cualquier movimiento religioso, desarrolla una campaña laicista en toda Europa con acciones tales como las caricaturas de Mahoma distribuidas por la prensa de Dinamarca, Francia, Alemania ,Italia, Holanda, Checoslovaquia...; la promoción y divulgación literaria y cinematográfica del blasfemo Codigo da Vinci; el polémico esperpento teatral Me cago en Dios y un sinfín de actividades como las que estos dos personajes nos quieren hacer tragar en la enseñanza pública...Evocan la democracia, pero si ésta obedece a sus pretensiones. Se hacen abanderados de una libertad que defiende el derecho de caricaturizar a Dios (curiosamente también lo escriben con mayúsculas...) y sostienen que Una democracia no debe condenar toda crítica y todo insulto a la religión, sino sólo lo que incite al odio.
La comunidad pacífica y democrática basamos nuestra conducta en el respeto de cuantos nos rodean, término que parece excluido de su vocabulario.
Lourdes Rivero Sánchez- Guardamano
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