Camino de la cruz  tiene como protagonista a una adolescente, María, la hija mayor de una familia perteneciente a un grupo cismático de la Iglesia Católica quien, preparándose para la confirmación,  interpreta con rigor  todas las enseñanzas que le imparten. Muy religiosa, esta chica, obsesionada por el silencio de su hermano (que no habla a la edad de cuatro años), optará por sacrificarse  por él  para conseguir superar esa minusvalía.

Formalmente muy espesa de contemplar, debido a la constante utilización de cámara fija en la mayoría de las secuencias (ordenadas como si fueran las 14 estaciones de un Vía Crucis), Camino de la cruz resulta una película adecuada  para reflexionar sobre lo que debe ser  la vida cristiana que no es una cuestión de normas sino de amor, por ello la tristeza con la que arrastra  esta adolescente su vida está muy lejos de ello. Porque esta adolescente, educada  en el rigorismo, es incapaz de entender que vivir la fe lleva a la alegría.

Por tanto, complicada en forma y fondo, esta propuesta del alemán Dietrich Brüggemann muestra la cara menos atractiva de la religión.

Para: Los que quieran reflexionar sobre la forma adecuada de educar a sus hijos cristianamente, lejos de excesos