Los Duques de Cambridge, Guillermo y Catalina (en la imagen), esperan un bebé. Esto es hermoso, en serio. Inglaterra necesita un heredero y los ingleses necesitan que nazcan niños... para no desaparecer como sociedad.

Lo que no resulta tan hermoso aunque previsible, es que el premier británico -un progre de derechas, educado en Eton y tirando a maleducado- se haya apresurado a montar el numerito de la igualdad de género en materia de acceso al trono, no vaya a ser que la Duquesa de Cambridge dé a luz a una niña y más tarde, le dé por alumbrar un varón.

Con ello, el señor Cameron se apunta a la defensa de la opción femenina al Trono del Reino Unido de la Gran Bretaña, no vaya a ser que la oposición se le adelante. La verdad es que la preeminencia del varón sobre la mujer a la hora de reinar no es más injusta que la preeminencia de los hermanos mayores sobre los pequeños. Ocurre que la discriminación por razón de edad les preocupa mucho menos porque no se ha convertido en dogma político, mientras que la ideología de género sí.

Y si no, miren el caso español. ¿Por qué SAR el Príncipe Felipe se encargó de recordar que la ley sálica no debe abolirse ahora, tal y como propuso Rodríguez Zapatero, quien, al igual que Cameron, le encanta pasar por feminista? Don Felipe aseguró que no habrá prisa para cambiar la norma que rige el acceso al Trono hasta la siguiente generación, es decir, hasta que él sea Rey. Natural: si los partidarios de la abolición de la ley sálica modificaran ahora la ley, muchos españoles se preguntarían por qué su hermana mayor, SAR la Infanta Elena no reclama el Trono.

Mientras, seguimos con el jueguecito progre, allí y aquí. Todos sabemos que es una cuestión de intereses pero, por favor, no la elevemos a una cuestión de principios.

Y hablando de monarquía de género. El periodista Javier Ayuso, llamado a modernizar la dinastía española, ha tenido otra idea genial: divorciar -tranquilos, a efectos de agenda e imagen- a los Príncipes de Asturias. En otras palabras, Ayuso quiere que doña Letizia deje de ser princesa consorte y adquiera agenda y protagonismo propios. En otras palabras, que presida actos públicos. Ya se sabe que el feminismo consiste en introducir con calzador a las mujeres hasta en aquellos ámbitos donde las mujeres no quieren entrar ni con calzador.

Es la teoría de la igualdad forzada entre los dos elementos más diferentes que conoce la humanidad: el hombre y la mujer. Y a todo esto, habrá que ver qué opina el Monarca, dado de alta de la Clínica San José, sobre el hecho de que doña Letizia Ortiz Rocasolano adquiera un protagonismo extra. La verdad es que, aún como consorte-acompañante de su esposo, doña Letizia nunca ha tenido problemas para hacerse notar.

Eulogio López

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