Sr. Director:
¿Se imaginan los lectores que me ocupara en incitar a la práctica sexual a un niño? Y además, ¿qué lo hiciera contra su voluntad?

 

Mi atrevida conducta sería, sin la menor duda y con toda justicia, digna de una gran corrección y castigo, y todo el peso de la Ley caería contra mí. No es ético ni moral utilizar mi supremacía de adulto contra la indefensa inocencia del niño. No sería correcto ni aún en el caso de que tuviera la misma edad del pequeño. Esta aberración es deleznable para cualquier persona, sin distinción de ideologías y creencias.

Permíteme establecer el símil con la actitud de ciertos políticos, dirigentes de instituciones o gobernantes. Este hipotético hecho monstruoso que te he narrado desde primera persona, se practica abiertamente en algunas Comunidades Autónomas, y no solamente con un niño, sino con toda una generación de niños, alterando su plácida inocencia para sumirles en el pozo oscuro del placer y el vicio por el sexo y con la oposición clara de los verdaderos educadores de ellos, los padres.

La Junta de Andalucía recomienda a los niños y niñas de 12 años, la práctica de la masturbación y alcanzar el orgasmo. Esta Junta tuvo siempre una inclinación hacia la desmoralización de los adolescentes, su envilecimiento, el desprecio por las buenas costumbres y por pisotear los valores; si frecuentas esa tierra, observarás esta influencia en sus jóvenes.

Pero no sólo en Andalucía tienen este afán destructor de todo lo que sea decente; algo similar hemos observado en Extremadura, con abominables talleres, para modelar unos jóvenes esclavos del placer y el deleite, y lejos de todo estímulo hacia el autocontrol, la ética y la honestidad. No en vano éstas son las dos regiones más atrasadas de Europa.

Actitudes muy parecidas encontramos en Cataluña, región en la que también gobierna el PSOE; ¿no será que el cultivo para la obtención de votos por parte de este partido, incapaz de gobernar, es la degradación de los ciudadanos?

Pablo Delgado