El Gobierno central asegura que la entidad gallega no es viable. Es igual: Fernández Gayoso se niega a dimitir y sólo se fusionará con una entidad que le permita continuar como presidente. Encima, Abel Caballero le apoya y pone en apuros a Pepiño Blanco, el triunfador del AVE

Durante la mañana del lunes la CAM pasó a un segundo plano en la tragicomedia de las cajas de ahorros, un verdadero caos del que nadie sabe cómo salir. El proscenio ha sido ocupado por NovaCaixagalicia, una caja que sigue siendo caja, que no ha pedido ficha bancaria y que, por tanto, no resulta grata al progre-capitalismo que reina en Madrid y que exige que todo el mundo se convierta en sociedad anónima, por decreto.

Y aunque el presidente, bueno, el que manda, Julio Fernández Gayoso, insiste en que cumplirá los requisitos de capital principal que artificialmente exige el Gobierno, lo cierto es que el tándem Salgado-Ordóñez asegura que la entidad no es viable y que debe integrarse en alguna SIP de las que pululan por España. Podría ser Caixa, podría ser Unicaja o podría ser Ibercaja, pero lo cierto es que todas las transformaciones en banco están paralizadas porque, como ya informara Hispanidad, todos quieren ser Bankia, es decir, todos quieren tener la dicotomía banco bueno/banco malo.

En cualquier caso, Fernández Gayoso no sólo no admite una fusión sino que, sobre todo, no admite una fusión en la que no mande él, lo que sitúa a la Novacaixa ante una difícil salida. No sólo por la presión, infundada, como siempre, de MAFO, sino porque Gayoso cuenta con apoyos en el PSOE. Hoy mismo el alcalde de Vigo y ex ministro de Felipe González, Abel Caballero, le apoyaba con entusiasmo.

La postura de Pepiño Blanco es más compleja. Ciertamente, se ha valido de Gayoso en el pasado contra Feijóo porque cada vez está más claro que la carrera política de Pepiño en Madrid ha concluido y que ahora le toca dar la batalla por Galicia.

A ello se dedica en cuerpo y alma. Por ejemplo, pactó que Rubalcaba no hablara sobre el AVE a Galicia (2015, directo a La Coruña, sin ramal Orense-Vigo, gran cabreo en el sur) en el Consejo de Ministros para poder anunciarlo él, don José Blanco, en la misma Galicia. Tanto empeño puso en ello Pepiño que amenazó con dejar la política si no se aprobaba adelante la licitación del AVE gallego.

Blanco, en resumen, no puede presentarse en Galicia tras enterrar a la única entidad gallega de cierto tamaño -queda el Pastor, asimismo en crisis- y dejarla en manos de un foráneo. Al mismo tiempo, si Salgado y MAFO ceden y otorgan 2.600 millones de euros a Novacaixa sin retirar a Gayoso, entonces el resto de entidades pedirán lo mismo o más. Ya no querrán el modelo Bankia, querrán el modelo Novacaixa.

Todo un dilema.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com