Otro escándalo. En España vamos a tener que hacer una guía de escándalos, mensualmente renovable. Virtual, porque en papel deforestaríamos el país.

Utilización de tarjetas en Cajamadrid por parte de consejeros y de directivos. Todos los consejeros, todos los altos cargos, todos implicados. Tremendo.

Acabo de escuchar en la televisión: "todo rigor es poco a la hora de examinar a políticos y empresarios". Se referían al examen tipo soviet al que el lobby feminista ha sometido al español Miguel Arias-Cañete, un machista redivivo. Si ese es el rigor con el que hay que examinar a un político para ocupar un cargo me quedo con el libre acceso.

Vamos con Cajamadrid. Gastos de representación por parte de ejecutivos y consejeros. Por supuesto que había mucho listo, de izquierdas y de derechas, que se aprovechaba de las tarjetas de la empresa para sus gastos personales, pero meter a todos en la misma cesta, como hace el puritano juez Fernando Andreu, puede resultar injusto.

La austeridad es una virtud, exigible tanto al político como al directivo de una gran empresa. Porque ambos, y esto es clave, juegan con el dinero de los demás. Ergo, la austeridad les es exigible.

Dicho esto, puntualicemos:

1.- Hay que distinguir entre consejeros y ejecutivos. El ejecutivo es un señor que trabaja en exclusiva para la entidad que le paga, muchas horas al día.

Si es un alto directivo, tiene unos gastos de representación altos, porque viaja mucho, se hospeda en hoteles y come fuera de casa con sus clientes o con los reguladores. El consejero, por contra, es un señor que, por lo general, acude una vez al mes, firma lo que le dicen y se marcha a su casa. Al consejero hay que reducirle sus gastos al mínimo, al ejecutivo no. Y si no, lo más fácil: que los consejeros no cobren. Luis Valls lo instauró en el Popular y creó el banco más rentable del mundo (no sólo por eso, ciertamente).

2.- Otro argumento que escucho mucho a mis colegas. Las cajas eran públicas (más bien mutuales). Por tanto, debían ser más austeras que los bancos. Sí y no. En efecto, un concejal o un sindicalista al que le nombran consejero de una entidad financiera debe saber que no ha puesto su dinero en ella. Por tanto, debe cuidar hasta el primer euro que gasta.

Ahora bien, en una gran empresa privada ocurre exactamente lo mismo. Ayer jueves recordábamos que el banco español donde la propiedad tiene más capital es el Santander. La familia Botín posee un 0,8% del total. Ojo, BBVA, Sabadell, Caixabank ni eso.

Dicen los puritanos que en los grandes bancos o empresas privadas no se meten porque hay accionistas que controlan los gastos de la dirección. ¡Anda ya! La gran propiedad privada no es privada: es fiduciaria. Los accionistas de un gran banco no pintan un pimiento ni pueden fiscalizar a los ejecutivos... quienes no son propietarios, o lo son en mínima parte. La propiedad privada debe ser pequeña o no es propiedad. A esos efectos, el Santander o Repsol o Iberdrola son tan públicas como Cajamadrid-Bankia.

3.- ¿Qué son gastos empresariales y qué son personales Como nos dejemos llevar por los puritanos, al presidente de una gran entidad no podría llevarle el chófer de casa al trabajo y del trabajo a casa. Por cierto, ¿los de seguridad deben protegerle sólo en horario laboral o cuando viaje en fin de semana Terrorista, abstenerse de atentados en sábado y domingo.

Dicho esto: si una consejera de Cajamadrid utilizó la tarjeta de la empresa en un balneario. Y si encima no declararon a Hacienda los cobros en especie, leña al mono hasta que hable inglés. Pero ya estoy un poco harto de esta hipocresía puritana consistente en que todo el mundo tiene cola que le pisen y, sobre todo, en que se utilice la virtud de la austeridad de forma espuria para atacar al contrario. Y así, los hay que se pasan el día denunciando a mis enemigos por elusión fiscal, gastos de representación, etc. Así les tengo entretenidos.

Lo bueno de todo esto es que Cajamadrid puede servir de escarmiento y para ampliar el punto de mira al conjunto de grandes entidades, públicas o privadas, donde la tecnoestructura -la política y la empresarial- suelen actuar con mucha cara. Pero que no se utilice la justicia para vengarse del que me cae antipático y que los jueces no metan en el mismo saco a tirios y troyanos.

Y que no se juegue con el tiempo, aupados en la necesidad de secreto sumarial y en que los jueces nunca hablan -sólo filtran- a los magistrados que se dedican a poner en el podio del deshonor a quienes luego pueden resultar inocentes... e incluso austeros. Recuerden que la austeridad es una virtud y las virtudes morales tienen mal encaje en el Código Penal. Naturalmente, la justicia no analiza lo justo, sólo lo legal.

Si quieren controlar los gastos de los grandes directivos que sean los propietarios quienes aprueben -o anulen- sus retribuciones, tanto en salario como en especie.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com