El chantaje es el siguiente: más fondos públicos para la reconversión o se dejarán caer entidades en 2011

En los casos catalán y vasco, los nacionalismos (PNV y CIU) controlarían los nuevos consorcios. Además, habrá que vender carteras industriales. Feijóo se resiste, ahora que había conseguido controlar a Gayoso. Ibercaja no necesita fusionarse.
Hasta hace meses, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, despreciaba a la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado. Ahora no, porque ambos tienen una pasión común: la cajafobia: ambos están empeñados en eliminar a las cajas de ahorros, en convertirlas a todas en bancos, bajo la excusa de que en el nuevo esquema Basilea III -una especie de espantajo que se utiliza como señuelo- están obligadas a capitalizarse o desaparecer. Además, el asunto adquiere tintes de chantaje. El Banco de España ha permitido cerrar el ejercicio 2010 con enjuagues contables en las carteras inmobiliarias, de crédito y de deuda, pero sabe que aún podrá presionar más en 2011, cuando se levanten las cortinas de la contabilidad y el supervisor exija la actualización de balances.

Así, ante los que se muestran renuentes a modificar la naturaleza jurídica de las cajas de ahorros, el Gobierno y el Banco de España utilizan el chantaje: habrá ayudas para el que se convierta en banco; el que no, se le dejará caer.

En concreto, el Banco de España está presionando duro a los gobiernos catalán y vascos: las tres cajas vascas deberán convertirse en un banco, al que se ha añadido Cajasur, que ya tiene ficha bancaria. En Cataluña contamos con la más que previsible conversión de La Caixa en banco, a lo que habría que unir Catalunya Caixa (Catalunya, Tarragona y Manresa), Unnim (Sabadell, Tarrasa y Manlleu). Eso sí, en ambos casos, la conversión en bancos, Salgado y MAFO prometen que los nacionalistas controlarán nuevas entidades: el PNV el futuro banco BBK y CIU los futuros bancos catalanes.

Lo que no ocurre con otros chantajes. Por ejemplo, el presidente gallego, Núñez Feijóo, que al final logró fusionar Caixanova y Caixa Galicia y, lo que es más importante, neutralizar a Julio Fernández Gayoso, presidente de la entidad en beneficio de los directores generales más profesionales, José Luis Pego y Javier García de Paredes.

Sin embargo, al Gobierno no le basta: exige que las dos cajas se conviertan en sociedades anónimas: todo ha de ser SA, cajafobia en estado puro.

También se presiona al Gobierno aragonés del saliente Marcelino Iglesias, secretario de organización del PSOE y posible candidato en 2012 si ZP le dobla el pulso a Rubalcaba. El asunto es que Ibercaja tiene un balance saneado: no se puede hablar, por tanto, de emergencia económica: sólo es más cajafobia.

Eulogio López

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