El viejo equipo de Caja Madrid pasará a un segundo plano. RR aplica la doctrina Herrhausen: busca un CEO, un abogado y un periodista. Problema: no encuentra el CEO. No ha cerrado ni con Isla, ni con Goiri, ni con Costa, ni con Guindos, ni con Sánchez Asiaín. A pesar de las advertencias de Núñez Feijóo, el ex vicepresidente no ceja en su empeño de absorber Caixa Galicia y la CAM

 

Quiere tenerlo todo previsto para el día 24, pero le faltan demasiadas piezas. Le falta, sobre todo, un director general, un CEO. Rodrigo Rato, nuevo presidente de Caja Madrid, quiere renovar a todo su equipo directivo. No, no va a contar con los dos primeros espadas, los dos adjuntos de Miguel Blesa: Matías Amat e Ildefonso Sánchez Barcoj. No se les prejubilará pero sí pasarán a puestos secundarios. No, Rato quiere un director general y un peine de subdirectores, venidos de fuera o promocionados desde dentro.

Además, aplica la teoría del histórico banquero alemán Alfred Herrhausen: el presidente es el que marca las líneas estratégicas y lleva las relaciones con las autoridades, el CEO gana dinero, y el máximo mandatario controla al jurídico y al responsable de imagen, al abogado y al periodista. Rato quiere un secretario del Consejo que sustituya  a Jesús Rodrigo, que ha pedido el relevo desde antes que el mismo relevara, meses atrás, a Enrique de la Torre Martínez.

El candidato Dircom mejor sigue siendo Javier González Ferrari. Pero el problema es el director general: no hay acuerdo ni con Pablo Isla, ni Luis de Guindos, ni con Juan Costa (al que no admiten en Génova como director general) ni con Goirigolzarri, ni con el hoy disminuido director general de la BBK, Ignacio Sánchez Asiaín. Todos tienen razones para hilar fino y negociar duro, y Rato tampoco puede ofrecerles mucho en una caja de ahorros.

Y el tiempo corre: el 24 de febrero la Asamblea ratificará los poderes ejecutivos de Rodrigo Rato. Además, el próximo 18 de marzo Rato cumple 61 años. Y eso algo debe significar. Al menos para él. Además, bromas parte, para entonces todo su análisis de la situación real de la entidad habrá concluido. Pero ahora, lo que más le tiene preocupado es la red de oficinas: al considerar que es demasiado grande y con demasiados empleados.

En cualquier caso, si para la Asamblea no logra anunciar su nuevo organigrama, Rato deberá renunciar a la figura de Director general y gobernar con un peine de adjuntos. Pero no dejará de hacer de la necesidad, virtud.

Por cierto, a pesar de las advertencias del presidente gallego Núñez Feijóo, Rato continúa con su plan de absorber Caixa Galicia y la alicantina CAM. Se prevé lucha en Génova.

Eulogio López

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