La "subida libre" del petróleo se ha traducido en un alza del precio de las gasolinas. Y en contra de lo que cabría esperar, el consumo no es inelástico al precio, sino sensible. Es decir, a mayor precio, menor consumo, como en la mayoría de las curvas de demanda. Eso es lo que han notado ya en Hacienda.

Los datos de ejecución presupuestaria conocidos en la mañana de este lunes apuntan a una desaceleración del consumo. La recaudación por impuesto de hidrocarburos hasta junio se elevó a los 4.970 millones de euros, apenas un 1,1 por ciento más que el año anterior, muy por debajo de las estimaciones gubernamentales.

El dato tiene una doble lectura. La primera es que uno de los grandes beneficiarios del alza del precio del crudo es el gobierno, que recauda más cuanto más alto sea el precio debido a la indexación del impuesto. ¿Qué hará con la recaudación no prevista? El gobierno francés ya ha anunciado que repartirá ese dinero entre los sectores más afectados, algo que los expertos entienden como una vulneración de los acuerdos de la Unión Europea.

Por otra parte, un menor consumo de carburantes podría traducirse en el mediano plazo en una caída en las ventas de automóviles y en el consumo de turismo interior. Un dato más que apuntalaría una crisis económica.