Internet, los gratuitos y los trucos de la prensa tradicional están haciendo imposible la labor del medidor de audiencias

¿Cómo medir la influencia real de la prensa gratuita? Es difícil. ¿Qué decir de un diario como Público, un gratuito de 50 céntimos? Aún peor: ¿Cómo medir la influencia de un diario electrónico, con un lector nuevo, el lector de red, que no tiene nada que ver con el lector tradicional de prensa? El problema de medición de Internet es que se puede medir todo, tanto que se produce la eterna paradoja: el exceso de información produce el mismo efecto que la ausencia de información; produce ruido.

Si nos atenemos a la prensa tradicional, de pago, ¿están claros los sistemas de medición de los servicios regulares, suscripciones colectivas, etc.? ¿Cómo ponderar quién compra el diario sólo los fines de semana, cuando no hay prensa gratuita, o quién lo compra por el regalo adjunto, en un país en el que los semanarios se fueron a freír gárgaras precisamente por vender a costa de regalos? Hay un periódico económico que regala vales para que el kioskero se regala el diario: ¿Cómo valoramos la influencia de ese ejemplar? En universidades, colegios y hospitales se están situando torres enteras de La Vanguardia, El Mundo, El País, ABC o La Razón?

Probablemente la culpa no la tiene OJD, porque si tuviera que discriminar y ponderar todas esas situaciones, novedades y trucos debería decuplicar su plantilla.

En la encuesta EGM hace tiempo que no cree nadie, pero ese es un triste consuelo.