Nadie sabe quién está detrás pero resulta, qué cosas, que está dispuesto a comprar el grupo Viajes Marsans, en quiebra técnica, por 600 millones de euros y no ha quedado claro si asumiendo la deuda, que se aproxima a los 300. El nuevo dueño ha comprado hasta la aerolínea Air Comet, en suspensión de pagos. Una de dos: o es un mecenas o aquí hay gato encerrado.
¿Cuál es el secreto? Pues el secreto podría ser que se tratara de una venta falsa, con la que Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual intentan ganar tiempo, algo que siempre les ha gustado mucho: forzar la situación hasta que se pudra y se precise una intervención. ¿De quién? De quien sea pero, por lo general, del Estado. Ferrán y Pascual son expertos exprimidores del erario público.
La cosa resultaría cómica si no hubiera 4.000 trabajadores que ya no se creen nada y que sólo esperan cobrar su finiquito. Hace seis meses aún hubiera sido posible que Ferrán y Pascual desaparecieran del proscenio y se hubiera troceado la empresa y colocado entre operadores del sector turístico, para, de esta forma, salvar el mayor número de puestos de trabajo posible. Ahora, esa posibilidad se vislumbra cada vez más difícil.
De cualquier forma, los llamados hombres G, es decir, Gerardo y Gonzalo, no hubieran podido dejar que se pudriera tanto la situación, en beneficio propio, si no fuera por la actitud del Gobierno Zapatero, a quien le encantaba disponer de un presidente de la patronal débil. A estas alturas ya no, porque la reforma laboral no se hará por consenso, sino por decreto. Y si al Gobierno ZP no le hubiera importado tanto salvar a Ferrán para sus propios intereses, el Banco Santander, jefe del sindicato de acreedores, presionado por el Ejecutivo, no hubiera dado oxígeno, más bien nitrógeno, no al Grupo Marsans, sino a sus propietarios.
Está claro que en España sobran mucho Posibilitum Business y muchos Business posibilitados.
Eulogio López
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