El rescate de Wall Street no penaliza a los causantes del desastre. Eso sí, el progresismo europeo aplaude a Bush tras lograr el apoyo del Partido Demócrata de Obama. El presidente norteamericano se va de la Casa Blanca tras aprobar un proyecto que provocará una recesión económica, primero en EEUU, luego en todo el mundo. Sobre todo porque los grandes de Europa -donde no está España- quieren seguir los mismos pasos que Washington

Los republicanos, es decir, sus propios partidarios, se habían opuesto al plan de George Bush por dos razones. No consideraban que fuera muy liberal utilizar toneladas de dinero público para pagar el desaguisado provocado por los especuladores de los mercados financieros y consideraban que, además, no ayudaba a los ahorradores, sino a los bancos.

Al final, George Bush, con el apoyo entusiasta del Partido Demócrata, de Barack Obama y de John McCain, ha logrado la mayoría necesaria para aprobar su plan, a costa de ampliar de 100.000 a 250.000 dólares los depósitos garantizados. En cualquier caso, USA se ha rendido a la plutocracia, a un Gobierno que gobierna para los ricos, eso sí, con el apoyo entusiasta de Barak Obama y la progresía europea.

Lo peor del plan es que no contempla ningún castigo o penalización para las operaciones especulativas. Eso significa que en cuanto abran los mercados el próximo lunes, una nueva generación de especuladores, quizás la misma, recrearán la burbuja que acaba de explotar. En resumen, estamos ante una crisis permanente por permanente especulación bursátil.

No sólo eso, detraer 800.000 millones de dólares (una cifra que, como ocurre en todos los salvamentos bancarios, acabará siendo muy superior, por más que se logren vender algunos activos tóxicos adquiridos) del Tesoro público norteamericano afectará directamente a la economía real de EEUU y, en consecuencia, a todo el país, provocando una recesión mundial. Sobre todo si se considera que Europa ha entrado por el mismo camino y que Reino Unido y Benelux ya hay bancos salvados por el erario público y que las quiebras no parecen haber terminado.

De hecho, las naciones más importantes de Europa se han reunido en París para seguir el camino emprendido por Estados Unidos: premiar a quien ha provocado la crisis. Es decir, poner el erario público al servicio de los bancos de inversión. Sólo al alemana Merkel se rebela contra el plan y está dispuesta a ayudar a los particulares, pero no a comprar activos tóxicos de entidades.

Por cierto, España ha sido excluida de una reunión donde figuraban los primeros mandatarios europeos: Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y la propia Comisión. Curioso, en una economía que aspira a formar parte del G-8 y donde se dan dos circunstancias: posee la banca menos especulativa de Europa pero su economía real ha sido la más afectada, sobre todo, en desempleo. Todo ello debido a que la consecuencia de la especulación bursátil sobre una economía siempre endeudada como la española, ha sido la supresión del crédito y, por tanto, una fortísima reducción de la inversión privada, es decir, del empleo.