A priori Buried (Enterrado) parecía que lo tenía muy difícil para enganchar la atención: un solo intérprete, un solo escenario y una acción que transcurre prácticamente en tiempo real (95 minutos). Pues bien, a pesar de estos hándicaps, Buried es uno de los estrenos más interesantes del presente año.

La pantalla en negro de la primera imagen y una respiración acelerada nos introducen en la historia: un hombre se haya enterrado bajo tierra dentro de una caja. Poco a poco, y mediante conversaciones telefónicas que realiza a través del móvil que le han dejado sus captores, conocemos perfectamente su dramática situación: es un transportista  estadounidense que trabaja en Iraq y tiene poco menos de dos horas para conseguir que alguien le encuentre y le libere

Sólo alguien muy arriesgado, como ha sido el director gallego Rodrigo Cortés, se hubiera embarcado en una empresa de estas características. Puesto que si bien en el guión de Chris Sparling era muy original se necesitaba que su traslación cinematográfica fuera insuperable para mantener el suspense adecuado, para transmitir la claustrofobia y la angustia de un  hombre secuestrado en terribles circunstancias y para conseguir convencernos (aún más) sobre la impotencia que pueden sentir aquellos que son víctimas de la sinrazón del terrorismo o de la violencia extrema. Todo esto lo palpamos en este filme, a través de las conversaciones telefónicas que su único protagonista mantiene con sus seres queridos; con directivos de la empresa que le contrató y con responsables de seguridad y de rescate de su país. Esas llamadas nos hacen recapacitar sobre la condición humana, sobre la deshumanización de las empresas (quizás esta parte es la única que en la película está plasmada con cierta exageración) y, fundamentalmente, sobre la responsabilidad que poseen los Gobiernos para involucrarse en conflictos bélicos  externos.

Buried parece la típica producción independiente de nacionalidad norteamericana (su protagonista, para dar mayor verosimilitud, está encarnado por  Ryan Reynolds -esposo en la vida real de Scarlett Johansson-) pero es española cien por cien. A saber,  fue rodada en Cornellá, cuenta con un presupuesto propio del cine patrio y no del norteamericano (su presupuesto afirman ronda los 2 millones de euros), prácticamente todos los técnicos que la han hecho son de aquí y, a pesar de todo ello, es una de las películas españolas más vendidas a otros países. Aunque a mí (siento ser tan pesada) lo que más me gusta de la película de Cortés es que resulta la demostración más palpable de que para que una película tenga calidad se necesita un buen guión y un buen director El resto sólo lo adorna.  

Para: Los que quieran ver una película de suspense original y de calidad