Agradecer a José Luis  Bazán, de Atenea, su inteligente respuesta a mi artículo del pasado viernes.

Yo defiendo que lo que ha hecho Álvaro Uribe en Colombia es exactamente lo mismo que lo perpetrado por Daniel Ortega en Nicaragua, aunque podemos estar de acuerdo en que, puestos a irnos de copas, el señor Bazán y yo elegiríamos a Uribe ante que a Ortega. Pero la catalogación moral de los hechos no cambia según el sujeto agente sino según la naturaleza de los mismos. San Agustín es un tipo mucho más loable que Enrique VIII pero su lascivia juvenil no era menos reprobable que la del británico -aunque sí los asesinos del segundo y el cisma que provocó, claro está-. Estoy dispuesto a aceptar que San Pablo merece nuestra devoción mucho más que Saladino, pero el homicidio de San Esteban no tiene nada que envidiar a los degollamientos del archipámpano islámico.

Ambos, Uribe y Ortega, pretenden cambiar la normativa para ampliar  sus mandatos, una forma de decir, para perpetuarse en el poder. La violencia narco guerrillera en Colombia no justifica que el señor Uribe se siente imprescindible y reclame un tercer mandato. Su misma política puede desarrollarla otra persona de su mismo ideario o formación. E insisto, si el poder absoluto corrompe absolutamente el poder permanente corrompe permanentemente, para siempre.

Por lo demás, el señor Uribe ha introducido el aborto en Colombia y siempre he sospechado de quienes colocan el inicio de los derechos de la persona con su inscripción en el Registro Civil.

Comprendo que Atenea, una de las novedades más gratificantes del periodismo internetero, tienda a defender a Uribe y a vigilar estrechamente a Chávez, Zelaya, Correa, Ortega y demás libertadores bolivarianos pero conviene recordar el principio de que bueno no es lo que hace la derecha y malo lo que hace la izquierda, sino que izquierda y derecha serán buenos o malos según lo que hagan.

Eulogio López
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