El presidente de Repsol YPF se convierte en el empresario español más próximo a Iberoamérica. Ha abierto casa en Buenos Aires, donde reside una semana al mes. Eso sí, advierte que sólo invertirá en Bolivia si tiene asegurada la rentabilidad. El resultado de explotación de Repsol YPF durante el primer trimestre del año creció un 40%

Previo a la junta General de accionistas, celebrada en la mañana del martes en Madrid, el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, explicó a los periodistas las cifras correspondientes al Ejercicio 2004 y al Plan Estratégico 2005-2009. Para ello, empleó cerca de hora media, un partido de fútbol completo, pertrechado con las correspondientes filminas.

Sin duda, la idea ha resultado brillante. Brufau ha convertido el Power Point en el arma definitiva contra la canallesca. Sometido a semejante tortura, el periodista más osado y revolucionario suponiendo que quede alguno- solicita clemencia y renuncia a cualquier amago de pregunta capciosa o impertinente, es decir, renuncia a plantear cualquier pregunta interesante. Se trata de una técnica cruel pero tremendamente eficaz. Algo así como las armas de destrucción masiva de Sadam Husein.

Ahora bien, si hubiera que resumir el prolijo plan estratégico cuatrienal, diríamos que hay pocos tan complejos: Brufau quiere que Repsol YPF posea más reservas de petróleo y de gas. En un buen gesto con su antecesor, Alfonso Cortina, Brufau calificó la operación de compra de YPF (2001) como la mejor realizada por una compañía europea en muchos años. Repsol pasa de 1.000 millones de barriles a 5.000 millones. Quizá por eso, Brufau explica la situación del sector petrolífero mundial de la siguiente forma: el 64% de las reservas está en manos de petroleras estatales, que es tanto como decir de gobiernos. Por el contrario, las reservas de las compañías privadas no alcanzan el 16%. El resto se lo reparten gobiernos o se trata de yacimientos en fase de negociación sobre los que pesa una incógnita sobre su uso futuro.

Esto le lleva a la conclusión de que la Exxon, Shell, Total, Repsol, etc., no son tan poderosas como antaño, y que su futuro depende de sus relaciones con esas compañías estatales: Sonatranch, Pemex, Pedevesa, etc. Según Brufau, Repsol está mejor situada que las grandes del sector para realizar negocios conjuntos.

Brufau se ha convertido, además, en el mejor amigo del mundo hispanoamericano. Explica que lo mejor que hizo Repsol YPF durante los últimos años fue comprar la argentina YPF, con lo que quintuplicó sus reservas. Habla Brufau de Argentina, Brasil o Bolivia (ABB) con una unción nada habitual en otras empresas española presentes en la zona, que braman contra la subida acumulada de impuestos, contra el estancamiento de las tarifas y en genérico, contra la falta de seguridad jurídica. Es más, preguntado por la política de Hugo Chávez, un personaje de tragicomedia, Brufau responde que si los impuestos no son altos, es porque, según denuncia el ministro venezolano del Petróleo, Rafael Ramírez, sólo 4 de las 21 compañías que operan en Venezuela, pagan sus impuestos en tiempo y regla. Una de ellas, naturalmente, Repsol YPF.

Eso sí: asegura Brufau que en Bolivia, un país ubicado sobre una bolsa de gas, no está asegurada la rentabilidad de la inversión, Repsol no invertirá. En Bolivia, con el Gobierno de Carlos Mesa y los revolucionarios de Evo Morales, se está dando un debate que alcanza a todo el planeta: el petróleo, ¿Debe nacionalizarse, debe venderse o debe otorgarse con opción de explotación a compañías privadas? Brufau asegura que sin las petroleras es imposible que los bolivianos logren extraer su gas. Es posible aunque la técnica se aprende, lo cierto es que la mayoría de los estados hispanoamericanos han opado por tener su propia compañía estatal o por freír a impuestos a los concesionarios. Brufau es, en este sentido, el único presidente de empresa española presente en la Argentina que ha logrado mantener una buena relación con el Gobierno Kirchner, lo cual es algo propio de taumaturgos.

Respecto a las fusiones, Antonio Brufau afirmó que no tiene objeto fusionarse o absorber a una eléctrica, porque es un sector regulado. Sorprende esta afirmación en quien, como presidente de Gas Natural, lanzara una OPA contra Iberdrola. Brufau, por el momento, pretende olvidarse del sector eléctrico, aunque sus socios de Gas Natural pujan por hacerse con nuevos clientes de luz, y ya poseen una cuota del 6% del mercado en España.

Por lo demás, la marcha de Repsol YPF durante el primer trimestre del año es espléndida, como el resto de las petroleras, a las que les ocurre algo parecido a los bancos: éstos funcionan mejor con tipos de interés altos; a las petroleras, tras golpearse el pecho por los precios disparados del crudo les encantan los precios disparados. Las cifras son buenas: en el primer trimestre de 2005, Repsol YPF consiguió un resultado de explotación de 1.483 millones de euros, un 40% más que durante el mismo periodo del año anterior. El beneficio neto se elevo a 845 millones, un 37% de incremento. Este es quizás el punto más sobresaliente de la gestión Brufau: que siempre tiende a invertir. Por ejemplo, en el precitado plan estratégico 2005-2009, Repsol YPF invertirá 21.100 millones de euros.