En el Ministerio de Industria están sorprendidos con Antonio Brufau, presidente de Repsol, y no es para menos. Este martes, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (o sea, aprovechando sus explicaciones sobre la compra de la canadiense Talisman), arremetió contra el nuevo impuesto a la exploración de hidrocarburos anunciado el viernes 12, por José Manuel Soria.

En Canarias puede haber petróleo o no, y costará, si lo hay, más o menos comercializarlo. Eso es una cosa y todo sea dicho, igual no compensa. Pero de ahí a poner en el argumentario de la multinacional que habrá que ver "si el proyecto puede llevarse adelante con ese impuesto"… en fin, da que hablar.

La idea es que un impuesto grave un 8% la extracción de gas o petróleo, un "nivel impositivo razonable como en Italia", ha dicho Soria, frente al 12% de EEUU. O sea, no es precisamente una tasa para tumbar proyectos.  No se entiende, en consecuencia, que Brufau haga depender de ese impuesto el futuro de su proyecto en Canarias.

A nadie se le escapa, además, que estamos ante una reacción destemplada, sobre todo si tenemos en cuenta la 'cadena de favores' del ministro canario para que Repsol pueda llegar a buen fin con sus prospecciones en las islas. Los sondeos se han tomado con el aval de todos los tribunales pero han chocado con la opinión pública, manipulada desde el Gobierno canario por oportunismo político. Y es ahí donde Soria ha defendido a Repsol como un campeón en su 'cara a cara' con Rivero. Pero favor con favor no se paga, al menos en este caso.

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