El tripartito catalán es todo menos una estructura compacta. Como ejemplo, baste un botón. La consellería de Trabajo se encuentra muy molesta con la de Medio Ambiente porque le paraliza todos los proyectos. Se da la circunstancia, además de que el conseller de Trabajo es del PSC y el de Medio Ambiente es de Iniciativa per Catalunya. Los de ERC son los socios más desleales que uno podría tener, afirma un seguidor cercano de la política catalana.

Con estos mimbres, Maragall va a aguantando. Ahora ha conseguido el consenso en declarar Cataluña como una nación en el nuevo Estatut. Pero queda lo importante, la columna vertebral de la reforma estatutaria: la financiación autonómica. CiU pide más. Probablemente para romper una cuerda que les dejaría fuera del escenario político. Probablemente por eso Piqué afirma que el Estatut no saldrá.

Al conflicto con CiU -que es la llave de la reforma- se suma la dificultad de entendimiento con el PSOE. Los barones ya han afirmado en varias ocasiones que no están por la labor de aceptar una desmembración de España que suponga la quiebra del principio de solidaridad. Y por si no se había entendido suficientemente, el PSOE ha amenazado con crear un PSOE alternativo al PSC en Cataluña. Ya sólo faltaba que el Partido Andalucista arraigase en Cataluña para dejarle a Maragall sin argumentario.