Brasil, el país emergente, modelo a seguir por los políticos occidentales y hasta por los banqueros españoles (me refiero al entusiasta apoyo de Emilio Botín a Lula da Silva y Dilma Rousseff). En primer lugar, que te estás gastando mucho dinero en la construcción de estadios deportivos. Hombre, considerando que organizan la Copa Confederaciones, el mundial de fútbol y unos juegos olímpicos, no parece que sea mala idea.

Pero en cuanto se empiezan a romper escaparates, surge un segundo motivo de protestas, asimismo violentas: la subida del precio del transporte urbano, una cuestión local y probablemente cargada de razón pero no para partirle la crisma a nadie, aunque sea policía.

En tercer lugar, el asunto se vuelve más político: protestas, asimismo violentas, contra la reducción de competencias a la Fiscalía. En un país como Brasil, nido de corrupción a todos los niveles políticos, estatal y federal, el papel de fiscales y jueces es fundamental, suponiendo que no estén tan corruptos como los políticos. Pero tampoco es para emplear técnicas de guerrilla urbana, con el resultado de decenas de contusionados. Eso no es luchar con las palabras sino a garrotazos.

En definitiva, ¿por qué protestan, violentamente, insisto, los brasileños Cada día, al parecer, por algo distinto. Y nunca con las palabras, siempre a puntapiés.

Turquía. El régimen medio-islámico más poderoso de Oriente Próximo se tambalea por la construcción de un centro comercial en un parque. A mí tampoco me gustan los centros comerciales y la homogeneización global de las personas bajo una serie de macro-marcas dominantes, prefiero los parques pero, puñeta, no es para provocar muertos.

Cuando las protestas crecen se habla de la calidad de vida -más muertos- y de los excesos del fundamentalista Erdogan (en la imagen). (¿No se habían enterado hasta ahora de que era un fundamentalista apenas disfrazado). Más represión y más contusionados. En España, Erdogan, un dictador salido de las urnas, perseguidor de cristianos y exportador de fundamentalismo por el mundo, ha sido alabado hasta la náusea. Zapatero le hizo socio de su Alianza de Civilizaciones y Mariano Rajoy ha dejado claro que estaba a favor de la entrada de Turquía en la Unión Europea. Ahora, al parecer, ya no es tan bueno.

¿Por qué protestan los brasileños y los turcos Pues protestan porque les falta un sentido de la vida. Occidente, maestra del mundo, ha desterrado a Cristo de su vida social y sin Cristo no hay nada que hacer. Los hombres no tienen esperanza y han decidido que quieren ser felices. ¿Apuntan bien Naturalmente que no, pero hasta la construcción de un centro comercial puede servir para dar rienda suelta a la propia rabia. Y esa rabia es generada porque no tienen un sentido para vivir. El Islam no puede dárselo y en cuanto llega un mínimo progreso cultural -Turquía- la gente cae en la cuenta de que un creador que no ama a su criatura se convierte en un frío catálogo de normas. Y una religión que solo es moral acaba por resultar inmoral.

Turquía ha vivido durante dos siglos entre el integrismo  islámico y el espíritu masónico de los kemalistas, con todo su secreteo, su ilustración tiránica y su espíritu conspirador y conspiranoide. Por eso, en la Turquía liberada por la masonería tiene lugar el genocidio de los cristianos armenios.

En Brasil, la gente se ha dado cuenta de cómo viven en Occidente -efectos de Internet- y no están dispuestos a seguir viviendo como viven. Confusión total, porque lo que Occidente ha enseñado al mundo, al menos hasta el siglo XX, no es cómo vivir mejor sino que el hombre es un sujeto único, irrepetible porque todo un Dios le redimió en la cruz. Lo que Occidente ha enseñado al mundo -o enseñaba- al mundo era que la persona es sagrada porque el Redentor le convirtió en criatura sagrada: para ser exactos, nos convirtió en hijos.

¿Por qué protesta el mundo Porque le falta Cristo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com