• El país suramericano es miembro pleno de Mercosur, pero eso le ata las manos, pues no puede lanzarse unilateralmente a conquistar nuevos mercados.
  • Esta área de libre comercio no atraviesa su mejor momento por la delicada situación de Argentina, que es el principal destino de las exportaciones industriales brasileñas.
  • En política tampoco hay nada que celebrar: la campaña electoral para los comicios presidenciales de octubre debe superar la pérdida del candidato socialista Campos.
  • Antes de diez días se conocerá quién será su sustituto como cabeza de lista del PSB, aunque todas las quinielas ya apuntan a Marina Silva.

Brasil afronta en estos momentos dos importantes retos de los que depende, en gran medida, su futuro. Por eso no puede actuar de cualquier manera, sino que debe andar con pies de plomo y hacer gala de una gran prudencia para no cometer graves errores.

En primer lugar, el país suramericano, que preside Dilma Roussef (en la imagen), debe replantearse su inserción comercial internacional, como señala el licenciado en Relaciones Internacionales Santiago Pérez en su página web. Un posible cambio del que se lleva bastante tiempo hablando en los círculos empresariales brasileños, pero que ahora cobra una mayor relevancia, pues ha llegado a las instancias gubernamentales.

La gran política comercial de Brasil es, sin duda, el Mercado Común del Sur (Mercosur), un área de libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre varios países de América del Sur. Estos son: Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, como miembros plenos. Después están Colombia, Chile, Perú, Bolivia y Ecuador (asociados), así como Nueva Zelanda y México (observadores). Un mercado común creado en 1991 con la firma del Tratado de Asunción, aunque su primera piedra fue el acuerdo entre Argentina y Brasil firmado en 1985.

El hecho de que Brasil pertenezca a Mercosur es un arma de doble filo, pues por un lado favorece su situación comercial en su propio entorno, pero por otro le ata las manos, ya que no puede lanzarse unilateralmente a conquistar nuevos mercados. Esto no tendría porqué ser un mayor inconveniente, sino fuera porque el área de libre comercio no atraviesa su mejor momento, debido a la delicada situación de Argentina, que es el principal destino de las exportaciones industriales brasileñas.

Por ello, el Ejecutivo que lidera Rousseff está preocupado, algo que se entiende viendo algunas cifras: las ventas hacia Argentina han caído un 35% en el pasado mes de julio y la industria automotriz es la más afectada, pues las exportaciones de vehículos se han desplomado un 57,3%. Pero no sólo Argentina está en una situación delicada, sino que, por ejemplo, Venezuela, inmersa en un gran conflicto social, tampoco está en condiciones de consensuar una política con el resto de miembros de Mercosur.

Con estos problemas encima de la mesa, en la última cumbre de Mercosur, la propuesta de Rousseff tuvo éxito y logró un eventual acuerdo de libre comercio con la Alianza del Pacífico (pacto comercial que asocia a Chile, Perú, México y Colombia). Algo que puede convertirse en una alternativa para que Brasil abra su comercio a nuevos mercados de la región.  

El segundo gran reto tiene lugar en la política, donde últimamente tampoco hay nada que celebrar, pues la campaña electoral para los comicios presidenciales del 5 de octubre debe superar la pérdida del candidato socialista Eduardo Campos -fallecido al estrellarse el avión en el que viajaba el pasado miércoles-. Una triste noticia que ha teñido de luto la campaña y abre un nuevo escenario, ya que antes de diez días se conocerá quién será su sustituto como cabeza de lista del Partido Socialista Brasileño (PSB), aunque todas las quinielas ya apuntan a Marina Silva. Una política que no es desconocida, pues quedó en tercer lugar en las elecciones de 2010 y consiguió 20 millones de votos (20% del total).

Campos ocupaba el tercer puesto en la última encuesta Ibope, publicada el pasado 22 de julio, con casi el 10% de los votos. Por detrás del candidato del Partido de la Social democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, con un 23% y de la presidenta Dilma Rousseff (38%), que opta a la relección como cabeza de lista del Partido de los Trabajadores (PT).

En total diez candidatos optan a llevar las riendas de este país suramericano que tiene 200 millones de habitantes y que, tras la no muy buena imagen que ha dado en el Mundial de Fútbol y la derrota de su selección, debe dar otros argumentos al mundo más allá de lo deportivo para defender su posición.

Cristina Martín

cristina@hispanidad.com