Por el momento, son 5.000 los afectados, de un producto tóxico del que se colocaron 3.000 millones de euros (de ellos, 800 en Banif). Los análisis más optimistas hablan de recuperar entre un 10 y un 15% del dinero. La plataforma de afectados lo tienen claro: Nosotros no nos sentimos engañados por Lehman, sino por Banif 

Se llamaba bono cancelable por BBVA y Santander. (Hay también otros tipos de bonos referenciados a otros valores o índices), lo que recuerda la eufonía de otra locución: fondos estructurados de alta gama, según la genial historieta que se ha convertido en una estrella en Internet, programa The last laugh. Pero la verdad es que lo de cancelable y los nombres Santander y BBVA no significan nada, como casi ningún folleto. Lo que importa es lo que el bancario le explica al posible comprador, información sobre la que éste toma su decisión. El resto no es más que una invocación gratuita a dos bancos presuntamente respetables. Y, al parecer, a los clientes no se les explicó lo que hay detrás de este producto tóxico.

Era el bono, o nota, o fondo, como lo quieran llamar, que han vendido 47 entidades españolas, pero sobre todo Banif, BBVA y Bankinter, al menos a 5.000 clientes (hay muchos más pero hablamos de los que han reclamado), y del que se han colocado 3.000 millones de euros... sin especificar que detrás de ello (ver folleto) se encontraba el quebrado Lehman Brothers.

Quizás por ello, David García, portavoz de la Plataforma de afectados por la quiebra de Lehman Brothers aclara que nosotros no nos sentimos engañados por Lehman sino por Banif (Grupo Santander) que es quien nos ha vendido el bono. Lo comenta a Hispanidad.com el mismo día en que un diario económico publicaba que Banif defendería a los afectados ante las instancias arbitrales o judiciales necesarias. En pocas palabras, que Botín se pone a la cabeza de la manifestación para reclamar a Lehman pero no se hace responsable de que los clientes a los que él vendió el bono, hayan perdido su dinero.  

Estamos hablando de un producto que captó 3.000 millones de euros (Banif colocó unos 800 millones), y del que los más optimistas esperan recuperar entre un 10 y 15% de lo invertido. Se aseguraba una rentabilidad prefijada si te marchabas antes de los 7 años de amortización, pero nadie advirtió ni de la verdadera naturaleza del producto ni del hecho de que en Estados Unidos el verdadero emisor ya estaba siendo puesto en solfa, y que la propia Lehman colocaba este producto en sus sucursales europeas.

Los damnificados aseguran que se les vendió como un producto garantizado, como renta fija.

Ahora nos encontramos en el momento en que el bono no cotiza (bueno sí a 0 €) y que hay que esperar al resultado del concurso, pero lo previsto es lo anterior: una pérdida casi total del principal. Ni que decir tiene que Banif y demás bancos colocadores obtienen por este tipo de productos de riesgo, aunque no los vendan como tales, una comisión superior a la habitual, como todo aquello que comporta mayor volatilidad. Sí, los bancos saben lo que venden o, al menos lo saben sus directivos.

Las demandas pueden llover sobre Emilio Botín, pues el Banco Santander, al menos por el momento, ha optado por la vía dura. En otras palabras, cuando un banco privado ha vendido a sus clientes un producto que no ha obedecido a las expectativas transmitidas al cliente -en plata, que no se le ha contado toda la verdad- puede hacer dos cosas: pagar lo garantizado o arriesgarse a las querellas y a dejarse jirones de su reputación en la gatera. Está claro que Botín ha optado por esta segunda opción. Desde luego, con las debidas excepciones, los medios tradicionales le han acompañado en la tarea.

Eso sí, el cántabro no las tiene todas consigo. Como decíamos ayer, en el banco incluso se han planteado la posibilidad de liquidar Banif, la entidad de banca privada que, según el consejero delegado, Alfredo Sáenz, era, hasta hace dos días, core business del Grupo.

Los afectados confiesan sentirse indignados porque  mientras nos hemos quedado sin un céntimo de nuestros ahorros, el banco, con las comisiones ganadas en estos productos va comprando bancos en dificultades por el mundo (en referencia al Sovereign).

La crisis especulativa empieza a entenderse.