El diario Gaceta de los Negocios anunciaba el pasado sábado 17 que el monopolio de cable español ONO iba a despedir a la cuarta parte de su plantilla, unos 1.100 trabajadores. ONO absorbió a AUNA cable, su principal competidor siendo Emilio Botín y el Santander quien controlaba ambas empresas, aunque como accionistas minoritarios.

Con la fusión entre AUNA Cable y ONO se ha hecho realidad la vieja frase de José Ángel Sánchez Asiaín cuando era presidente del Banco de Bilbao: Quiero fusionarme porque es la única manera de reducir plantilla.

Se puede argüir que los fondos de capital riesgo, especialmente norteamericanos, especialmente los de Providence y los de JP Morgan, controlan las tres cuartas partes del accionariado de ONO, mientras que el Santander está ya por debajo del 3% y Multitel, la empresa del presidente de ONO, Eugenio Galdón, no alcance el 20%. Pero esas cuentas no son aceptables. Eugenio Galdón no sólo es el representante del Santander en ONO, sino el testaferro personal de Emilio Botín en el negocio.

En cualquier caso el cable sigue siendo la gran asignatura tecnológica que España tiene pendiente. Por motivos políticos y empresariales, a los que no es ajeno el presidente del Santander, en España se ha preferido primar a la tele de pago, monopolizada por Jesús Polanco, que a la fibra óptica. Razón por la cual el cableado del país avanza a paso de tortuga.