Comento con un empresario la operación de Emilio Botín, héroe actual de la prensa especializada: en una semana -que no en un mes, dado que la compra culminó el 31 de octubre cuando se supo el porcentaje de accionistas que acudían a la OPA- ha ganado 2.400 millones de euros, y el mercado le premió con un subidón del 3,88%. Desde luego, la operación ABN no me gusta, porque es el arquetipo del nuevo capitalismo depredador: comprar para desguazar. Se compra para multiplicar, no para dividir. Respecto a la re-operación de compra-venta del Antonveneta, la verdad es que nadie lo tenía previsto, pero ahora, con toda razón, el propio ABN pregunta cómo es posible que lo que hace un mes valía 6.600 millones de euros se venda por 9.000.   

Así que aclarémonos: Lo que me gusta del señor Botín es que compra, no vende, bancos. Lo que no me gusta del señor Botín que vende, no compra, empresas, y en sectores más importantes para el bien común que la banca, como la energía.

Botín es un especulador, y no me gusta Lo que pasa es que hay otros que me gustan menos: los que, además de especuladores, se dedican a enriquecerse a costa de la empresa que gestionan, y de la que no posee ni el 1% del capital. Sí, esto hablando de su principal competidor, el presidente del BBVA, Francisco González.

Al final, mi interlocutor y yo hemos concluido que a FG le mandamos al infierno; Botín se queda en el purgatorio pero, eso sí, por unos cuantos siglos.

Eulogio López

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