Sr. Director:

Ya ha comenzado a tramitarse en el Congreso de los Diputados la Ley Orgánica de Educación (LOE.). Somos muchos los ciudadanos que entendemos la educación de cualquier sociedad como el factor clave para el progreso de la misma. Con esta ley, como con las anteriores, nuestra sociedad pierde. Estamos preocupados.

En las últimas semanas se ha querido hacer de la LOE un problema religioso y, aunque también, no es ni de lejos el más relevante. En las aulas de nuestros institutos, hoy no se tiene respeto ni consideración a la figura del profesor. Tristemente. Tampoco se la tienen los padres, lo que es más triste todavía.

Me comentaba un compañero, que el otro día en su clase de historia, en un instituto de secundaria, al pedir a uno de los alumnos que empezara a leer, éste le contest -No me sale de los cojones. Lógicamente, mi compañero invitó a que iniciara la lectura otro de sus alumnos. El educado niño de los cojones se quedó tan campante ante semejante exabrupto y Pablo, mi compañero, no pudo hacer nada. Esa es la situación en la que nos encontramos, por mucho que queramos mirar a otro lado.

Estamos ante un problema demasiado grave como para dejarlo pasar por alto. Señores como Menéndez Pidal, Ortega, Unamuno, Gregorio Marañon, Salvador de Madariaga o Francisco Rodríguez Adrados, son algunos de nuestros intelectuales que, en el pasado o en el presente, más se preocuparon, y preocupan, por nuestra educación. Hoy, la educación se ha convertido en un arma arrojadiza entre los distintos partidos en el gobierno. No se han enterado aún que la educación de nuestros jóvenes (y jóvenas, para ser políticamente correcto) debe estar por encima de la política, por encima de intereses partidistas. La ley que hoy comienza a debatirse en el Congreso, con más de mil enmiendas, parece no contentar a nadie, ni a profesores, ni a alumnos y mucho menos a los padres. Hagamos entre todos un esfuerzo, es menester llegar a un gran acuerdo en torno a una Ley de Educación que sea de calidad y que no se cambie cada cuatro años. Una educación que nos haga personas más humanas, más críticas y menos borregas. Claro que esto de ser más crítico y menos borrego a lo mejor es precisamente lo que no le interesa a los políticos. No obstante, y por favor, debemos invitar a nuestros representantes a que hagan algo en este sentido. Nos va mucho en ello.

Juan Pablo López

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